El partido de ayer era mucho más que un Boca-River. Era más que un Superclásico. Era el desquite, la revancha, el honor de todo un pueblo 'millonario' que tuvo que resistir las burlas de los "Xeneizes" todo un año por la pérdida de la categoría. Era el primer duelo entre ambos después de que River Plate retornó a primera.
Y por momentos todo fue una fiesta en Núñez cuando los locales superaban con comodidad por 2-0 entrado ya bien adentro del segundo tiempo. Precisamente en ese momento donde la violencia y el caos se apoderó del Superclásico.
En la tribuna Centenario Alta, donde se encontraba la parcialidad de Boca Juniors, los desmanes se sucedieron rápidamente después del segundo tanto de River. Una parte de la barra brava visitante chocó con los guardias de seguridad, que disminuidos en número, poco pudieron hacer contra la rabia descontrolada de los 'xeneizes'.
Hordas y hordas de fanáticos golpeaban a un grupo de 10 guardias. Saldo final: varios funcionarios internados en el Hospital Pirovan por heridas de distinta consideración.
Después la tortilla se dio una vuelta olímpica. Tras el postrero empate de Boca Juniors la furia se trasladó a la tribuna opuesta.
En la avenida Figueroa Alcorta, cercana al recinto deportivo, los hinchas de River Plate se hicieron un festín con los vidrios de autos y tiendas.
Si bien las autoridades no reportaron ninguna persona fallecida, el primer choque entre dos de los más grandes equipos en Sudamérica no terminó bien. El próximo se disputará en La Bombonera, donde también se cree que la violencia, lamentablemente, sea una actor principal.