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Santa Cruz golpeó la fe de San Lorenzo y deja al rojo vivo la final de la Copa

Hasta los 93' el cuadro de Bauza vencía a Nacional con golazo de volea de Matos. Sin embargo, los guaraníes, en su estilo, encontraron la igualdad de manera agónica.

Fernando Jimenez

Miércoles 6 de agosto de 2014

Era un triunfo valioso e histórico que bien podía valer lo que ha sido tan esquivo en la larga vida de San Lorenzo de Almagro, el único grande argentino sin alzarse con el torneo más relevante a nivel continental. Pero como siempre ocurre, la definición de la Copa Libertadores escribió un nuevo capítulo en su apasionante e impredecible registro. ¿Cuándo no?

Los trasandinos llegaban hasta el repleto Defensores del Chaco para hacer frente a Nacional de Paraguay que, pese a su historia poco laureada, fue acompañado por una multitud y dio el ambiente habitual a las definiciones de este torneo. Un pueblo volcado en su “cenicienta” que abrazaba la segunda definición consecutiva de un club guaraní. Pero ojo, los más de diez mil hinchas del "ciclón" también se hicieron sentir y alentaron a los Bauza desde el primer momento.

Empujados por ese afán los trasandinos se adueñaron de las acciones durante la primera etapa. La línea defensiva comandada por Gentiletti, Buffarini y Mas se mostraba sólida y no dejaba diagramar los movimientos de los arietes del cuadro de Gustavo Morinigo. Una mala: Nacional no pudo contar con Montenegro por lesión, pieza clave en su andamiaje copero. Y lo sintieron.

Con un Mercier autoritario y un Ortigoza que dio el ancho a gran nivel, los de Boedo se generaron las mejores ocasiones de gol vía el andiablado Leandro Romagnoli y el siempre peligroso Mauro Matos, que tendría algo que decir en la segunda parte. Un poco más bajo que de costumbre, Ignacio Piatti no cuajaba un encuentro a su altura y, ojo, que quizás se perderá la vuelta por un lío con la FIFA.

Por su parte, los locales basaban sus ocasiones en lo de siempre: empuje y pelotas detenidas que metieron algo de miedo en el arco de Torrico, de sólida tarea, pero responsable de una u otra salida en falso. Igualados en cero se fueron a descansar.

Ya en la segunda etapa los "cuervos" siguieron presionando en terreno enemigo en busca de la apertura de la cuenta -el gol de visita en esta final no vale- y tuvieron su premio de la mejor manera. Cuando se cumplía el minuto 64 Mauro Matos sacó una volea descomunal y dejó sin opción al correcto Ignacio Don al ponerla justo contra el segundo palo.

La locura se instalaba entre los diez mil argentinos presentes en Asunción e, imaginamos, en el mismísimo Vaticano donde el "ciclón" cuenta con su hincha mas distinguido a nivel planetario: el Papa Francisco. La nueva estrella de este siglo estaba cada vez más cerca. Y, claro, Matos le daba vida al sueño.

A los 76' Leandro Romagnoli, único sobreviviente de las conquistas de la Mercosur (Pellegrini) y la Sudamericana (Insúa) (2001-2002), dejaba la cancha y los visitantes se comenzaban a conformar con la victoria por la mínima de cara a la vuelta del próximo miércoles en el Nuevo Gasómetro. Bauza, campeón copero con Liga Deportiva de Quito, ya lo sabía. Un 1-0 de visita en la ida era un botín sagrado digno de defender con la vida. Y como suele suceder, retrocedió sus líneas.

 Al parecer, los paraguayos necesitarían algo más que buen fútbol para igualar la serie; por lo menos, en la fe y en el show, la suerte ya parecía echada para el cuadro de Bergoglio y Tinelli.

Y fue en su ley, en la del cielo y la tradicional, que Nacional logró el empate. Jorge Santa Cruz se vistió de salvador y con un bombazo derrotó a Torrico y dejó sin aliento a los argentinos, que también repletaron esta noche su cancha en Buenos Aires como un peregrinaje; el mismo que deberán hacer el próximo miércoles cando el Vía Crucis de esta Copa llegue, de una vez por todas, a su ultima estación en 2014. Dicen que si no duele, no vale. Mesa servida, guión perfecto.

El Madrid de otro “Cristiano” ya espera para el Mundial de Clubes.