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Tecnología y justicia

Revisa la columna de Cecilia Lagos sobre la tecnología en la línea de gol.

Cecilia Lagos

Lunes 9 de julio de 2012

1966. Mundial de Inglaterra. Final entre los locales y Alemania. Minuto 101. Marcador 2-2. Geoffrey Hurst lanza un balón que pega en el travesaño, pica abajo en el arco, pero sin traspasar completamente la línea de sentencia. El árbitro suizo Gottfried Dienst y su juez de línea validan la conquista y finalmente Inglaterra gana 4-2 ese partido, obteniendo la única copa del mundo de su historia ante una sensación irremediable de robo y ultraje para los alemanes.

2010. Mundial de Sudáfrica. Octavos de final entre Alemania e Inglaterra. Minuto 38. Alemania gana 2-1, merecidamente. Un remate de Frank Lampard da en el travesaño y pica dentro del arco, superando por varios centímetros la línea de sentencia. Todos los ingleses celebran el empate, pero el árbitro uruguayo Jorge Larrionda y sus asistentes anulan el gol por creer que el balón no había entrado. Drama y goleada final de Alemania por 4-1 que deja a Inglaterra fuera de la copa del mundo en segunda ronda.

Inevitable, para muchos, juzgar el episodio como uno de ajusticiamiento que estaba pendiente en las cuentas de la historia. El error, le costo al árbitro Larrionda su salida del mundial para ser enviado de vuelta a su país.

A pesar del sufrimiento y la injusticia provocados por décadas debido al mal del "gol fantasma", la FIFA se resistía a impulsar un cambio que instalara el uso de recursos externos para ayudar a los jueces a ser justos. Todo por conservar la "magia del fútbol", muy conveniente por cierto cuando se está en el lado beneficiado por el mal cobro referil.

Pero eso hasta ahora. Porque después del último escándalo de este tipo en la Eurocopa 2012 que afectó justamente a uno de los anfitriones, Ucrania, el vaso recibió la gota que lo desbordó y la International Board decidió por fin comenzar a utilizar tecnología en la línea del gol. Eso también ante el fracaso rotundo del uso de árbitros al lado de los arcos para evitar estos goles fantasmas. En el caso del gol de Ucrania ante Inglaterra —sí, otra vez— el referí apuntado en tal labor, estaba a menos de dos metros de la entrada de la pelota y no sirvió absolutamente de nada.

Aunque llegue tarde, en comparación con otros deportes, cualquier instrumento que ayude a proteger legítimamente el trabajo de los equipos en la cancha y los corazones de los hinchas, me parece justo y necesario. Y ojalá algún día lleguemos a la confirmación electrónica del offside y a la revisión de las expulsiones dudosas. Porque, insisto, es muy fácil alegar que los errores de los árbitros —que al final son sólo humanos, con capacidades limitadas para ver todo en la cancha— son válidos en nombre del encanto del fútbol.

No, la injusticia no tiene encanto ni magia. Nunca ha sido así. Ver que le roben un título mundial o una clasificación a tu equipo o selección por un gol regalado o arrebatado, no tiene nada de mágico ni encantador. Es un infierno de rabia, odio, pena y desolación. Puede ser por lejos una de las experiencias emocionales más horrendas que pueda vivir un ser humano, en el contexto de aquellas cosas que son fundamentales en la vida sólo cuando todo lo que realmente importa está bien.

Y si se tiene un mínimo de decencia, cualquier triunfo o título regalado nunca podrá ser disfrutado completamente si la conciencia y el mundo entero saben que no se logró de manera legítima. Es una condena.

Para ver el primer test de esta nueva herramienta tendremos que esperar el comienzo del Mundial de Clubes de este año y no sé por qué intuyo que, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, las oportunidades para probarla justo no aparecerán.