Era la jornada en que Cristiano Ronaldo presentaba el trofeo del Balón de Oro a toda su afición. También era la noche en que Fernando Torres volvía a defender los colores del Atlético Madrid en la cancha de su acérrimo rival. Un encuentro plagado de simbolismos y que ponía condimentos al encuentro de vuelta por los octavos de final de la Copa del Rey.
Los "colchoneros" habían sacado un gran botín en el Vicente Calderón al ganar 2-0 y de inmediato avisó que el plan de amargar a todo el Santiago Bernabeú iba viento en popa.
Antes del minuto de juego Fernando Torres rompió el maleficio de largos años y batió la resistencia de Kelyor Navas con un soberbio zurdazo tras gran jugada de Griezmann.
Los de Simeone imponían sus términos y obligaban a los de Carlo Ancelotti a anotar cuatro tantos para lograr su avance. Y lo intentaron. En una marca registrada, Sergio Ramos se elevó tras un tiro libre y aprovechó la pésima salida de Oblack para empatar. La ilusión se apoderaba del Bernabeú.
De allí en más la primera fracción se tornó un monólogo de ataque local, que mostró una inusual impericia ofensiva, y los esfuerzos de la retaguardia rojiblanca, liderada por Godín y Miranda, para alejar el peligro una y otra vez. Igualados en un gol se fueron al descanso.
Y tropezar dos veces con la misma piedra fue justamente lo que ocurrió. En el primer avance del complemento, Torres amagó ante Pepe y definió entre las piernas de Navas para ya prácticamente sentenciar el encuentro. Un 2-1 que volvía a enmudecer el estadio.
A esa altura los merengues necesitaban llegar a cinco goles por lo que el tanto de Cristiano Ronaldo solamente sirvió para salvar el honor del actual campeón y encaminar una dura eliminación.
Celebra Simeone, celebra la mitad de Madrid y celebra el pueblo "colchonero" que ahora se mete entre los ocho finalistas de la Copa del Rey.
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