Universidad Católica coronó con un histórico bicampeonato un semestre que en un comienzo parecía ser muy complicado para los dirigidos por Mario Salas.
Y es que tras conseguir el título del Clausura el pasado 30 de abril, los cruzados no mostraban un buen fútbol y, de hecho, en los primeros ocho encuentros oficiales apenas ganaron uno: ante un Santiago Morning lleno de suplentes por la vuelta de la primera fase de Copa Chile.
De ahí, el inicio del Apertura fue de la peor manera posible. Empates contra Cobresal, O'Higgins y Palestino, y una derrota ante Palestino.
En paralelo, la UC jugó la Copa Sudamericana donde no le fue mejor que en el inicio del certamen local: derrota en Bolivia ante Real Potosí por 3-1 y apenas un empate 1-1 en San Carlos de Apoquindo contra el mismo rival, resultado global que dejó al equipo de Salas fuera del certamen continental.
Sin embargo, el 27 de agosto hubo un antes y un después para Católica. Ese día sábado, al mediodía, los cruzados visitaron a Universidad de Chile de Sebastián Beccacece en el Estadio Nacional.
Y el trámite no se le pudo dar de la mejor manera a la UC, abrió temprano el marcador gracias a un autogol de Gonzalo Jara y minutos más tarde Diego Buonanotte aumentó las cifras con una jugada de antología, la cual fue la primera pincelada de talento que dio el argentino con la camiseta de la franja. En tanto, Nicolás Castillo cerró el marcador con un penal.
Ese duelo fue el que enrieló al equipo del "Comandante" y sirvió como el envión anímico necesario para haber levantado el título del Torneo de Apertura.
Los números no mienten: de 17 partidos post triunfo en el Clásico Universitario la UC ganó 12 duelos (con título de Supercopa incluido, precisamente ante la "U"), empató 2 y perdió sólo 3.
Destacar que este campeonato logrado por Católica es el duodécimo de su historia y por primera vez consigue dos estrellas de forma consecutiva.