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Los cafecitos de Sampaoli

Revisa la columna de opinión "La vida según el fútbol".

24Horas.cl TVN

Martes 11 de agosto de 2015

Por César Olmos

Un gran conocedor de los vericuetos de la Selección contaba una vez que se demoró bastante en entender por qué Jorge Sampaoli tenía tanta "contra" entre los hinchas chilenos. Estamos hablando de los tiempos previos al Mundial, antes de darle ese baile a España y mucho antes, por cierto, de ganar la Copa América. Los tiempos en que Sampoli era cuestionado porque sí y porque no, cuando aún cargaba con el mote de "Bielsa Chino" y no terminaba de convencer ni por juego ni por resultados, aunque ya tenía una Copa Sudamericana en las alforjas.

La razón que daba este conocedor no tenía que ver con su personalidad ni con su manejo de la Selección ni con su condición de argentino ni tampoco su relación con la prensa, menos fluida que la de su antecesor, aunque mucho más normal que la que de su mentor y maestro. La razón era más simple y apuntaba al corazón de las emociones futboleras: Sampaoli estaba indeleblemente identificado con la U, asunto que desataba (¿aún desata?) una suerte de violenta urticaria en el resto del pueblo futbolero. 

Pero pasó el Mundial, ese partido imborrable con Brasil, y pasó la Copa América, ese partido imborrable con Argentina, y los recelos y las tirrias parecieron ir quedando rápidamente atrás. Sepultadas, de hecho. Pero no. Y el último episodio lo confirmó.

Aunque no se puede decir que Sampaoli haya sido especialmente cuidadoso al reunirse con un dirigente de la selección mexicana, con el presidente del Inter de Porto de Alegre e incluso con un emisario árabe, y quién sabe si también con los franceses del Marsella, la andanada de críticas que empezó a recibir -mercenario, chantajista, egocéntrico- parece un pelín exagerada. Hasta la charla que les dio a los mexicanos, donde habría hecho gala de un exhaustivo conocimiento de los Sub 25 aztecas, fue blanco de sospechas: ¿en qué usa este señor el tiempo por el que le paga la Roja? ¿En revisar videos para su próximo empleador?

En fin. Aunque haya recurrido al archivo que le quedó de la Copa América (México), aunque haya sido blanco del interés de un urgido manirrota (Inter), aunque haya refrescado viejas amistades de los Emiratos, el hecho es que Sampaoli no puede tomarse un café con quien quiera, ni siquiera con la venia de Jadue, sin despertar resquemores. Es inusitadamente frágil la adhesión que genera. Y si lo vuelve a hacer, mañana, la próxima semana, el próximo mes (el próximo mes como mucho, porque en octubre ya estaremos en Eliminatorias y ahí no hay cafetería que aguante) la artillería estará esperándolo.

Ayudaría, y mucho, que el propio Sampaoli entregara señales públicas de normalidad. Que se le pudiera preguntar si se queda o no para las Eliminatorias, responda pues, qué onda, y contestara: "Sí, me reuní con fulanito y zutanito, pero no haya drama, no se preocupen, porque lo más importante sigue siendo la bandera, el escudo, la creencia desmedida en lo que hago". Algo así.

Para que se queden tranquilos azules y cristianos.