La acelerada industrialización, el progreso y el fulminante crecimiento económico de China, tiene un efecto colateral innegable: la contaminación.
Pekín, su capital, es una de las ciudades con mayor tasa de contaminación en el mundo. Una de las más tristes postales de esta metrópoli es su densa y casi permanente capa de smog que cubre sus calles y edificios como si fuese niebla.
Sólo en 2012, producto de esta tendencia que hoy alcanza niveles realmente preocupantes, se registraron más de 670 mil muertes prematuras producto de este problema, las cuales desencadenaron entre sus víctimas diferentes tipos de cáncer y afecciones pulmonares.
Complicado contexto, considerando que en la actualidad, la tendencia no parece mejorar, sumado a que Pekín albergará los próximos Juegos Olímpicos de Invierno en 2022.
El gobierno chino se ha comprometido a implementar entre 2017 y 2022 un plan con el fin de reducir los altos niveles de contaminación que superan hasta 40 veces la norma internacional.
Del mismo modo, según los tratados a los que se ha suscrito China le han llevado a tomar medidas drásticas. Por ejemplo: las autoridades han suspendido temporalmente las actividades industriales en un radio de 200 kilómetros en torno a Pekín y también, se ha tratado de controlar el tráfico vehicular.
Mientras tanto se intenta mejorar el panorama, hasta ahora, éstas han sido las nefastas consecuencias de la contaminación en China:
Fotos: Reuters