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Caos y ausencia de ayuda marcan zona más devastada por Haiyán

A tres días de la tormenta que arrasó con la ciudad de Tacloban, la demanda de suministros se incrementa y la ayuda difícilmente llega a los que más la necesitan.

Fernando Jimenez

Lunes 11 de noviembre de 2013

Fuera de una iglesia destruida en la ciudad costera filipina de Tacloban, en una carretera donde a cada lado se pueden ver cadáveres sin recoger y pilas de escombros, hay un cartel escrito a mano que dice "¡Necesitamos ayuda!".

Los suministros de ayuda están llegando a Tacloban tres días después de que el tifón Haiyan, una de las tormentas más poderosas jamás registradas, convirtió a la una vez vibrante ciudad portuaria de 220.000 habitantes en un vertedero.

El administrador de la ciudad de Tacloban, Tecson Juan Lim, afirma que la cifra de muertos sólo en esa localidad "podría llegar a 10.000".

Al menos una decena de aviones militares de carga estadounidenses y filipinos llegaron a la ciudad el lunes. La Fuerza Aérea filipina dijo que llevó cerca de 60.000 kilos (66 toneladas) de suministros desde el sábado.

Sin embargo, la demanda es enorme y los suministros no están llegando a los que más los necesitan.

"La gente está recorriendo la ciudad, buscando alimentos y agua", comentó el rescatista gubernamental Christopher Pedrosa.

Camiones con ayuda desde el aeropuerto tienen dificultades para entrar en la ciudad debido a la enorme cantidad de vehículos y personas que salen de ella.

En motocicletas, camiones o a pie, la gente llenaba la carretera hacia al aeropuerto, con bufandas sobre sus caras para bloquear el polvo y el hedor de los cadáveres.

Cientos de personas ya salieron de la ciudad en aviones de carga rumbo a la capital, Manila, o a la segunda mayor ciudad del país, Cebu, con muchos más durmiendo mal en el arruinado aeropuerto con la esperanza de abordar vuelos en los próximos días.

Periodistas de Reuters viajaron en un camión de ayuda del Gobierno al que le tomó cinco horas llevar 600 sacos de arroz, alimentos en conservas y leche desde el aeropuerto al punto de distribución en el ayuntamiento.

Miles de sacos más fueron dejados en el aeropuerto debido a que el camión no era suficientemente grande, dijeron funcionarios.

Pedrosa, el rescatista del Gobierno, afirmó que preocupaciones de seguridad impedían que los suministros fueran entregados después del crepúsculo. "Podría haber una estampida", sostuvo.

El camión con ayuda era resguardado por soldados premunidos de rifles de asalto.

"Es riesgoso. La gente está enfadada. Se están volviendo locos", dijo Jewel Ray Marcia, teniente del Ejército filipino que encabezaba la unidad.