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Ex sirvienta revela detalles inéditos de los gustos de Hitler

El dictador más famoso del siglo XX presentaba particular debilidad por golosinas y el cine. A sus 89 años, Elisabeth Kalhammer entrega su valioso testimonio en Austria.

Fernando Jimenez

Lunes 28 de abril de 2014

Lo recuerda como si fuera ayer. Era época de guerras, totalitarismos, secretos y la más estricta seguridad.  A sus 89 años, Elisabeth Kalhammer, no olvida su período como sirvienta del hogar de la persona más influyente de la época, el dictador alemán Adolf Hitler.

La mujer ofreció una entrevista al diario austriaco “Salzburger nachrichten”, en donde relata que para ella Hitler no era más “un amable jefe” que escondía algunas secretos que ahora revela al mundo.

A pesar de que el germano se veía obligado a seguir una estricta dieta por su delicada salud, solía levantarse por las noches a escondidas para saquear cualquier dulce o golosina que hubiera guardada en la casa.

Además, la mujer afirma que era un gran aficionado al cine y que contaba en su residencia de Obersalzberg con una sala privada de proyección.

Todo comenzó cuando Kalhammer vio un anuncio en una agencia alemana de empleo en el que se solicitaba una camarera para la región de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros. Era 1943. Ella, procedente de una familia pobre, acudió sin saber quién terminaría siendo su jefe.

Tras su contrato, Kalhammer se unió en a un grupo de 22 niñas dirigidas por Eva Braun. Todas tenían un único objetivo: obedecer y atender a Hitler. Para ellas aquel no era un trabajo usual, pues la presencia de los soldados de las SS las mantenía constantemente en tensión.

Mira acá el video de la entrevista.

 

Las obsesiones de Hitler

Si bien la sirvienta jamás pudo hablar directamente con Hitler, si tenía acceso a su alcoba y se encontraba totalmente a sus órdenes. Por ello, fue testigo de sus malos hábitos alimenticios, ya que a pesar de estar obligado a seguir una estricta dieta por sus problemas de bazo, solía escabullirse de la cama a altas horas de la noche para atiborrarse de dulces y golosinas como galletas de chocolate y bollos de crema.

 De hecho, hizo idear a sus cocineros una tarta conocida como “El pastel del Führer” la cual contenía una gran cantidad de nueces y pasas. Según Kalhammer, debía ser horneada cada día.