El joven vendedor de café de 15 años exclamó en plena calle: “Aunque descendiera el profeta Mahoma, no me convertiré en creyente”. Sus dichos fueron oídos por unos milicianos islamistas quienes decidieron, in situ, condenarlo a muerte por blasfemia.
Lo sometieron a varios latigazos, para luego, devolverlo a su puesto de café y finalizar con dos disparos, en la mandíbula y el cuello. Ante esto, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos distribuyó fotografías e imágenes de video con el cadáver del muchacho, acompañado de un informe, donde se explicaba las razones de su ajusticiamiento, agregando que sus padres estaban presentes en ese momento.
Los fundamentalistas musulmanes anunciaron: “Generosos ciudadanos de Alepo, no creer en Dios es politeísmo, y maldecir al profeta es politeísmo. El que lo maldiga una sola vez será condenado de este mismo modo”.
En tanto, el régimen de Bashar Al Assad busca que Alepo se rinda a su mandato. Ante eso, observadores adheridos a la oposición del gobierno sirio, advirtieron que miles de milicianos del grupo libanés Hezbolá, se reunieron con el ejército oficial para realizar una ofensiva en esa ciudad.