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Indígenas paralizan obras de gigantesca represa brasileña

Exigen detener los trabajos en Belo Monte, en la Amazonía, hasta que no haya un informe de impacto ambiental concluyente.

24horas.cl Tvn

Viernes 3 de mayo de 2013

Indígenas semidesnudos contra policías fuertemente armados.

Es la imagen que ha podido verse estos días en un rincón de la Amazonía brasileña, donde se construye la que será la tercera represa más grande del mundo.

Cerca de 200 indígenas ocuparon este jueves Belo Monte, gigantesca obra que se levanta desde el año pasado en un sector del río Xingú, en el estado de Pará.

Su intención es paralizar los trabajos hasta que concluyan los estudios de impacto ambiental de la construcción de hidroeléctricas en el llamado "pulmón de la Tierra". Asimismo, exigen al Gobierno que cumplan con la convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que exigen consultar a las poblaciones afectadas antes de acometer esta clase de obras.

La organización no gubernamental Xingú Vivo Para Siempre es la que más activamente está actuando contra Belo Monte, y critica la decisión del Gobierno de enviar a la Fuerza Nacional de Seguridad Pública para proteger el proyecto, que está siendo contestado tanto por los locales como por varias decisiones judiciales que auguran un camino complicado a la emblemática obra.

Las etnias participantes en las protestas son los munduruku, juruna, kayapó, xipaya, kuruaya, asurini, parakaná y arara, que exigen la suspensión de todas las represas construidas actualmente en los ríos Xingú, Tapajós y Teles Pires.

En una carta hecha pública este jueves, los pobladores aseguraron que "somos las personas que viven en los ríos en los que ustedes quieren construir represas. Somos de la Amazonía y la queremos en pie. Nos están apuntando armas a la cabeza. Sitian nuestros territorios con soldados y camiones de guerra. Hacen que los peces desaparezcan".

Cuando comience a funcionar en 2015, se espera que Belo Monte pueda generar hasta 11.233 megavatios, en uno de los grandes proyectos para atender a las crecientes necesidades energéticas de Brasil.

El coste, según las asociaciones ecologistas, será más de 500 kilómetros de selva inundados, 50 mil desplazados y daños irreparables a la Amazonía.