No hay paz para Irak, sumido en un baño de sangre que no parece tener fin.
Según datos de Naciones Unidas, un total de 799 personas perdieron la vida de forma violenta en el país árabe durante mayo, convirtiéndolo en el mes más sangriento en lo que va de 2014.
Del total de decesos, 196 fueron miembros de las fuerzas de seguridad iraquíes, y el resto eran civiles, a menudo víctimas de ataques de insurgentes islamistas sunitas ,que han estado ganando terreno en Irak en el último año.
La cifra real, de hecho, es mayor, porque la ONU no incluye las víctimas en la provincia de Anbar, donde el Ejército iraquí combate a grupos insurgentes y tribales desde que invadieron dos ciudades a principios de año.
Pese al empeoramiento de la seguridad, el partido del primer ministro iraquí Nouri al-Maliki ganó las elecciones parlamentarias el mes pasado, asestando un golpe a sus rivales, que le culpan de llevar el país a la ruina.
El derramamiento de sangre sigue por debajo de los niveles vistos en 2006 y 2007, cuando los asesinatos sectarios entre chiítas y sunitas alcanzó su punto máximo, pero el año pasado fue el peor en Irak desde que la violencia comenzó a amainar en 2008.
"Deploro profundamente el nivel sostenido de violencia y atentados terroristas que continúan sacudiendo el país", dijo el enviado de la ONU a Irak, Nikolay Mladenov, en un comunicado.
"Insto a los líderes políticos a trabajar rápidamente para la formación de un gobierno inclusivo dentro del marco temporal que marca la constitución y centrarse en una solución sustancial a la situación en Anbar", agregó.
La ONU dijo que las cifras del dirección de sanidad de Anbar situaba el número de civiles muertos en 195. Prácticamente la mitad se produjeron en la capital provincial, Ramadi, y el resto en Faluya, que está sólo a 70 kilómetros al oeste de Bagdad.
Fuente y fotos: Reuters