Fue dado oficialmente por muerto. Pero dos días después despertó en la morgue, rodeado de cadáveres.
Paul Mutora es el joven keniano protagonista de esta increíble historia. Mutora sufría una profunda depresión y decidió ingerir insecticida para acabar con su vida. Cuando su familia llegó a su casa, lo encontraron desplomado en el piso. Lo llevaron rápidamente al hospital, pero los médicos aseguraron que no podían hacer nada y lo declararon fallecido.
Según reporta el diario local Star, una vez que los médicos determinaron la muerte de Mutora, siguieron el procedimiento legal: se le informó a la familia y el cuerpo fue llevado a la morgue.
"Lo que pudo haber ocurrido es que el insecticida bajó los niveles de pulsaciones del corazón y no las detectamos, por eso lo declaramos muerto", afirmó el médico Joseph Mburu, jefe del Hospital Naivasha donde ocurrió el episodio.
Dos días después, Mutora despertó entre muertos. Los empleados de la morgue comenzaron a escuchar ruidos y golpes en la zona refrigerada donde se mantienen los cuerpos.
"Cuando ingresamos al lugar vimos que el cuerpo de Mutora se movía y que él respiraba. Comenzamos a gritar del pánico", señaló uno de los testigos, según BBC Mundo.
"Lo primero que haré es pedirle disculpas a mi padre por hacerlo pasar por esto", aseguró Paul Mutora a los medios locales. Una terrible experiencia que seguro no querrá repetir.