Una joven pareja de padres británicos sufrió la triste pérdida de su pequeña hija, cuando éste apenas tenía un mes de vida. Charlotte Szakács y Attila, de 21 y 28 años respectivamente, tuvieron a Evlyn, pero la niña nació con una anormalidad cromosómica que impidió la completa formación de su cerebro.
La lactante además tenía obstruidos los pulmones y una aorta estrecha. En esas condiciones, transcurrió apenas un mes hasta que no resistió las complicaciones y falleció. Antes del deceso, en el hospital les comentaron la posibilidad de llevar a la niña a un hospicio especializado.
Tras pasar allí unos días, decidieron que no querían ver a su hija sufrir conectada a un gran número de aparatos. Por eso llegó un momento en el que eligieron desconectar a la niña y darle el mejor trato posible, hasta que murió.
En vez de enterrarla de inmediato, estos progenitores primerizos decidieron pasar cuatro días con el cuerpo de su hija muerta. El matrimonio vistió al bebé, lo sacó de paseo e incluso se tomó fotografías con la pequeña, ya fallecida.
Según relata el diario ABC de España, la idea de la pareja era hacer con la menor lo que habían esperado durante nueve meses.