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Las cicatrices de los tres años de guerra contra el Estado Islámico

Decenas de países del mundo combaten a un enemigo complejo de atacar, en un conflicto que en 36 meses cobró decenas de miles de vidas, desplazó a millones de personas y cuyo fin sigue pareciendo distante.

Augusto Catoia

Martes 13 de junio de 2017

Antes de 2013, incluso después de la muerte de Osama Bin Laden - muerto por militares de Estados Unidos en 2011 - , Al Qaeda era el nombre más asociado al fundamentalismo islámico en el mundo. Pero, cuatro años atrás, a partir del anuncio del origen del Estado Islámico en un video, Al Qaeda perdió protagonismo en el universo del extremismo musulmán. Y un año después, el mundo decidió enfrentar a ese nuevo grupo, en una guerra que ha dejado marcas profundas en Medio Oriente y cuyo fin no parece próximo.

Desde su formación, en abril de 2013, el grupo originado en Irak (de ahí su nombre 'Estado Islámico de Irak y el Levante') chocó al mundo con cientos de víctimas en atentados, la persecución sistemática de 'infieles' (cristianos y seguidores de otras creencias religiosas), periodistas y otros blancos de agresiones, abusos sexuales, recurrentes videos de decapitaciones, destrucción de múltiples monumentos, un extensivo uso de redes sociales para reunir 'soldados del Califato' y su reclutamiento de miembros principalmente en países de Europa, Asia y África. 

Y dado el poder que adquirieron y su sinfín de violaciones a los derechos humanos, decenas de países de cuatro continentes (los ya mencionados y América, con Estados Unidos) se han reunido para enfrentar a un autodenominado Estado teocrático que da batalla sin el apoyo oficial de ningún país del mundo en su objetivo de establecer un Califato mundial e imponer la sharia (la ley islámica proveniente del Corán, las tradiciones de Mahoma y otras fuentes) en el mundo.

Una guerra por el califato

Según Eugenio Chahuán, académico del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, el Estado Islámico surgió como grupo "por un vacío de poder y por el caos suscitado a partir de la intervención estadounidense en Irak. Con ella se creó ese problema, que estimuló a grupos radicales que sirven intereses en la región".

 

"En un principio el EI era un actor funcional a algunos intereses, como desestabilizar el régimen sirio de Bashar Al Assad. Pero cuando la situación se fue de madre, todo el mundo se concentró a atacar una radicalidad que instrumentaliza un discurso islámico para fines políticos dudosos", explica a 24Horas.cl.

Y aunque el Estado Islámico plantee una búsqueda por imponer la mencionada sharia, Chahúan considera que "el tema es principalmente político. La ley de Arabia Saudita es islámica, pero ese país es un aliado estratégico de Estados Unidos. Por lo tanto, hay un doble estándar en ese aspecto. Lo principal es la idea de restaurar un teórico califato ancestral, como en los tiempos del profeta Mahoma. Quieren establecer un Estado Islámico, que es conducido por un califa".

'Todos' contra ellos

Según consigna el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, la "amenaza del Estado Islámico" es un "desafío global", ya que "ha debilitado dramáticamente la estabilidad en Irak, Siria y Medio Oriente, suponiendo una amenaza a la seguridad y paz internacional".

"El Estado Islámico presenta un peligro terrorista global que ha reclutado miles de combatientes extranjeros a Irak y Siria desde todo el mundo, y ha empleado tecnología para diseminar su violenta ideología extremista y para incitar actos terroristas", agregó el organismo gubernamental de EE.UU., uno de los protagonistas del enfrentamiento. Y, al parecer, muchos países captaron la idea.

Desde grandes potencias, como Francia, Reino Unido, Alemania y los norteamericanos, hasta países muy empobrecidos de la África subsahariana, como Níger y Burundi, se han visto involucrados militarmente en el conflicto.

 

Todos los continentes están relacionados al combate. De las Américas, Estados Unidos y Canadá son los únicos países en el enfrentamiento. En Europa, a su vez, son varios: los ya mencionados y Bélgica, Dinamarca, Italia, Holanda, Portugal, España, Rusia y Turquía. Australia también está en la lista de adversarios del EI, como el único país de Oceanía.

En África, la presencia también es extensiva. Junto a Egipto, Argelia, Libia y Marruecos están Nigeria, Camerún, Chad, Níger y Burundi. Y, finalmente, entre los países asiáticos están Irán, Arabia Saudita, Pakistán, Afganistán, Líbano, Irak, Siria, Baréin, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos.

 

Entre tanques, bombarderos, una extensiva fuerza de aviones de combate internacionales y otros equipamientos bélicos, se estiman en decenas de miles de militares internacionales en el conflicto. Sin contar a Irak ya serían más de 170 mil, y con más de 100 mil provenientes de Nigeria y 14 mil de Estados Unidos, los dos países que tendrían el mayor despliegue.

A su vez, el número de combatientes del Estado Islámico, según los kurdos de Irak, serían al menos 200 mil.

No obstante, el grupo sigue activo y presentando dolores de cabeza a estrategas militares que buscan acabar con sus fuerzas. Y según Chahuán, esto ocurre porque los miembros del EI "no forman un ejército regular, entonces se confunden la población civil. Habría una forma tradicional de articulación armada, en la cual están sumergidos en las ciudades, entre medio de la población civil. No es fácil intervenir".

El rastro de destrucción

De esa manera, el conflicto presenta números dramáticos que son, al mismo tiempo, potenciados por la catástrofe humanitaria de la guerra civil en Siria.

Más de cuatro mil uniformados internacionales murieron en batalla, con más de 14 mil civiles asesinados por el Estado Islámico (de los cuales más de 13.500 fueron sirios e iraquíes), de cuyo grupo murieron más de 60 mil efectivos. Y sumados a los muertos, 7,6 millones de sirios y 3,3 millones de iraquíes han sido desplazados de sus hogares.

 

Mientras tanto, serían más de 400 mil los muertos en la guerra civil siria, entre los cuales serían más de 96 mil civiles, y más de 3 mil fallecidos en atentados terroristas alrededor del mundo.

Y además de las consecuencias humanas, también están las geopolíticas. "Hay toda una pugna política regional, de una reordenación política que puede significar grandes cambios en la geografía regional. Tenemos a un Irak totalmente desestabilizado, una Siria en conflicto, una pugna entre Qatar y los países del Golfo Pérsico, tenemos un Egipto que ha pasado por un proceso complejo con un golpe de Estado del Ejército", enumera Chahuán.

 Por lo tanto, concluye que "en el fondo, tenemos allí un área muy convulsionada donde participan actores regionales e intereses externos".

¿Cómo terminar el conflicto?

En la Resolución 2.170 del Consejo de Seguridad de la ONU, se concluyó que "el terrorismo sólo puede ser derrotado por un sostenido y comprensivo acercamiento involucrando la activa participación y colaboración de todos los Estados. Por lo tanto, nuestra primera prioridad es incentivar a otros a que se unan a nosotros en esta importante misión".

Pero, más concretamente, ¿qué se necesitaría para terminar con este conflicto, y cómo son las perspectivas de que eso ocurra?

"El Estado Islámico ha sufrido bajas importantes. Han perdido ciudades, están próximos a caer en la ciudad de Mosul, en Siria el régimen logró recuperar la hegemonía sobre gran parte del territorio... Sin lugar a dudas estamos ante un retroceso importante del Estado Islámico", destaca el académico de la Universidad de Chile.

 

Sin embargo, Eugenio Chahuán resalta que "es un conflicto que no será fácil de resolver porque, más que un movimiento, el Estado Islámico es un discurso, una idea. No es un tema de atacar un grupo, sino una idea. Hay que atacar a la industria que fabrica terroristas, y esa industria tiene que ver con escasa libertad, desarrollo, educación y la no intervención en los asuntos internos de la región por parte de quienes tienen intereses hegemónicos en la zona, entre otras cosas".

En el fondo, según el experto, el problema puede persistir aunque se causen graves daños humanos al Estado Islámico. "Antes se llamaba Al Qaeda, hoy se llama así y mañana puede llamarse Principado Islámico. La idea puede seguir y cambiar de nombre", reflexiona.