La veintena de menores que habitaban en el búnker de la secta rusa, algunos de los cuales jamás habían visto la luz, no recibían educación, asistencia médica y cuidados básicos como la alimentación y limpieza.
Algunos de los niños incluso habían sido sustraídos por miembros de la secta. Los menores que habitaron por diez años en un búnker que tenía 8 subterráneos, era una verdadera cárcel que no contaba con luz eléctrica ni calefacción.
Afortunadamente y a pesar de las precarias condiciones en que fueron encontrados, las autoridades informaron que se encontraban en buen estado de salud.
Los menores, entre los cuales había uno de tan sólo trece meses, fueron trasladados hasta un hospital y posteriormente serán llevados a orfanatos.