Una verdadera prueba a la paciencia se ha convertido trasladarse hoy en locomoción colectiva por Buenos Aires. Andenes y asientos vacíos en los trenes demuestran la huelga de 36 horas que comenzaron el miércoles los trabajadores de seis líneas de metro y premetro en Argentina.
En la superficie, el panorama es completamente distinto. Miles de personas reemplazaron el "Subte" por micros y colectivos, cuyos paraderos desbordaban de gente y de reclamos.
"Como sabía que iba a haber mucha gente salí una hora antes de mi casa. A mí me afecta muchísimo (el paro) ya que, por mi trabajo, viajo varias veces en el día en subte que es lo más rápido. Hoy me espera un día muy complicado", dijo Gastón, de 29 años, al diario El Clarín.
El paro, que terminará este viernes, afectó a cerca de un millón de bonaerenses y causó un colapso vial, no sólo por las grandes filas de personas, sino por el ingreso a las calles de 300 mil vehículos más que en un día normal.
A esta compleja situación se sumaron dos protestas que causaron aún más congestión del tránsito.
La medida tomada por la Asociación de Trabajadores de Subte y Premetro (Agtsyp) responde a una movilización que ya cumple cuatro meses en búsqueda de mejoras laborales y un aumento salarial, que es negado por la empresa controladora Metrovías.
El paro también ha provocado críticas contra el jefe de gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien ha asegurado que es el ministro de Planificación argentino, Julio de Vido, el que debe resolver la polémica.