El párroco Ernesto Castro es señalado como el responsable de la reducción ilegal de cientos de cuerpos en el Cementerio de Coínco, en la Región de O'Higgins.
Como administrador del cementerio, el sacerdote decidió exhumar las sepulturas que resultaron dañadas tras el terremoto de 2010 y las redujo en bolsas de basura presuntamente sin autorización de los deudos.
El proceso de exhumación se desarrolló a puertas abiertas y, según los denunciantes, sin aviso previo a los familiares. "Debían haber sido avisado", expresa Juana Marchant, quien intentó ir a dejar una flor a su tío cuando se enteró de la noticia.
El clérigo se defiende explicando que esperó más de tres años para realizar el proceso y que se trata de sepulturas en "abandono y deterioro" que deben ser trasladas a lo que comúnmente se conoce como huesera. Algunos visitantes defienden el actuar del cura y dicen que el cumplió con su deber.
El Seremi de Salud de la Región de O'Higgins, Nelson Adrian, aseguró que existe un sumario en curso debido a que el proceso debía ser monitoreado. En tanto, más de 150 restos de personas seguirán apilados en nichos.