Estuvo justo un año prófugo y escondido en una ruca en el cerro Pallocabe de Melipilla hasta que finalmente fue detenido por la policía.
En el lugar donde pernoctaba tenía mercadería, un celular para comunicarse y perros que lo alertaban de la cercanía de personas que pudiesen delatarlo.
Así vivió desde octubre del 2011 Ismael Mori Pinto, el hombre de 36 años que en esa fecha convenció a la que había dejado de ser su esposa dos años antes para acudir a su casa a buscar un dinero para sus hijos. Fue allí que golpeó en la cabeza a Roxana Gutiérrez hasta matarla y luego la arrastró hasta una fosa que cavó bajo su propia cama y la enterró, después intentó deshacerse de las ropas ensangrentadas.
Tras el crimen, Ismael se ofreció para acompañar a su suegra a denunciar la desaparición de su ex esposa, incluso escribió un mensaje de texto que envió a la hija de ambos donde haciendose pasar por la víctima le aseguraba que se había ido a trabajar a Santiago.
Durante un año las policías lo buscaron hasta que un dato les dio la pista para ubicarlo. Deambulaba por el cerro distante casi una hora del centro de Melipilla y dormía en tres rucas que había construído. Para la policía alguién debió ayudarlo a sobrevivir, sin embargo igualmente el había creado su propio sistema de subsistencia.
Mori fue formalizado por femicidio y tras conocer los antecedentes la Justicia decidió dejarlo en prisión. Ahora arriesga una pena que parte en los 15 años de cárcel.