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Impacto por joven que llora sangre en Purranque

Un extraña enfermedad que ataca a la joven Yaritza Oliva hace que sus ojos lloren sangre. Sus padres no pueden costear un diagnóstico ni un tratamiento debido a su precaria situación económica.

Alejandro González

Jueves 13 de junio de 2013

Yaritza llora sangre. Una extraña reacción que no puede controlar.

Sus padres no encuentran más consuelo que el cuestionarse por qué, por qué su hija. "Pido que la vea un especialista y que le hagan sus exámenes para ver qué es lo que le pasa a ella", dice profundamente emocionada, Malvina Paillaca, su madre.

Sólo tiene 20 años y no logra entender cómo salen de sus ojos lágrimas de sangre.

"Nadie sabe qué darme, no saben lo que tengo. No saben qué hacerme", expresó la joven Yaritza Oliva, quien pensaba que se trataba de un caso extremo de conjuntivitis o una infección. Incluso llegó a barajar la posibilidad de un estigma.

 

Lo único cierto, hasta ahora, es que se trata de un triste e inexplicable caso de una humilde familia de Purranque, región de Los Lagos. "Si tuviéramos dinero como para llevarla a hacer lo posible, ya lo hubiésemos hecho. Es doloroso para uno", dice José Oliva, dando cuenta de una precaria situación económica que no les permite saldar siquiera un diagnóstico veraz.

Cuando el primer síntoma de su llanto de sangre se presentó, fue algo tan impactante que no dudaron en ir directo al Hospital de Puerto Montt. "La gente me miraba con lástima y otros que se reían, por eso me da cosa que me vean así", relata Yaritza.

En el complejo de salud sólo le suministraron una gotas para mitigar el ardor que le provocan sus lágrimas en los ojos.

Su padre, carpintero sin trabajo, pidió ayuda para que su hija Yaritza pueda ver a un médico especialista; su madre teme perderla. "Alguna persona que ponga sus manos en el corazón y vean la situación nuestra y ayuden a mi hija", solicita José.

En el Hospital de Purranque no tienen un oftalmólogo de planta y sólo realiza visitas esporádicas. Las ocasiones en que aparece, se encuentra con una lista de pacientes que puede llegar a los 100.

Como si esta dramática situación fuese poco, la niña padece un extraño síndrome que disloca sus extremidades en los momentos que menos se espera.

La historia de Yaritza no podría quedar así. Dependerá de las ayudas que pueda recibir si estas extrañas enfermedades tienen solución, y así reemplazar sus lágrimas sangrantes por una sonrisa.