Su historia demuestra que el destino personal se puede cambiar con esfuerzo.
Sebastián es un joven de 25 años que, como muchos, sólo cursó la Enseñanza Básica y cayó en la cárcel. Pero tras las rejas, paradójicamente, logró su libertad.
Mientras estaba en el recinto penitenciario terminó la Enseñanza Media y se inscribió para rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
Tras un año de estudio, obtuvo un puntaje de 719 puntos ponderados que le permitirán estudiar ingeniería en minas, mientras termina de cumplir su condena por homicidio simple.