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Mentes criminales

Repasamos algunos casos policiales que han impactado por su brutalidad y el perfil de los criminales que los protagonizaron.

Elkjaer Lobos

Viernes 13 de julio de 2012

La tarde de ayer la historia policial chilena sumó un nuevo y estremecedor capítulo. El crimen de Lolol, y la posibilidad de haber descubierto a un asesino en serie, se suma a la lista mostrado casos que han impactado a la opinión pública chilena. En 24horas.cl repasamos algunos de ellos:

HANS POZO

Era  el 27 de marzo del 2006 cuando en un sitio eriazo de Puente Alto comenzaron a aparecer distintas partes de cuerpo humano. Después las pericias forenses permitirían conocer su identidad: se trataba de Hans Pozo, un joven de 20 años cuyo vicio con las drogas lo tenía viviendo en las calles.

Semanas de investigaciones policiales llevaron a las policías a Jorge Martínez Arévalo, un microempresario de la comuna que se habría relacionado secretamente con el joven. Cuando efectivos del OS-9 de Carabineros lo visitaron en su local comercial, el hombre se atrincheró en el lugar y se suicidó. Dejó una carta en donde negó tener participación en los hechos.

EL PSICÓPATA DE ALTO HOSPICIO

Julio Pérez Silva, más conocido como el "psicópata de Alto Hospicio", atacó en la comuna norteña entre 1998 y el 2001. Las víctimas fueron 14 jóvenes estudiantes,  todas de origen humilde, que habían desaparecido misteriosamente. Pese a que las familias clamaron por ayuda, las autoridades atribuían las desapariciones a fugas voluntarias para ejercer la prostitución en Perú.

El tiempo le dio la razón a las familias, especialmente cuando en julio del 2000 aparecieron ropas y pertenencias de las jóvenes en pleno desierto de Atacama. En octubre de 2001 fue secuestrada  y violada Bárbara N.  a quien Pérez Silva la arrojó a un pozo y le lanzó piedras para matarla. Sin embargo, la menor no murió y recuperó la conciencia. Logró escapar y volver con su familia, a la que contó lo ocurrido. Fue entonces cuando se confirmó el peor temor de la comunidad: vivieron durante años con un psicópata en Alto Hospicio.

El hombre, quien intentó suicidarse en la cárcel, terminó confesando los crímenes y detalló a la policía el lugar donde se encontraban los cuerpos de sus víctimas. Fue condenado a cadena perpetua simple.

EL TILA

Roberto Martínez Vásquez, apodado "El Tila", asesinó a su polola Maciel Zúñiga, la descuartizó su cuerpo y comió sus entrañas. Además, en su historial había robos con violación a mujeres en el sector oriente de la capital, actos por los que también fue apodado como el "el psicópata de La Dehesa".

"El Tila" cumplía condena en la cárcel Colina 2 cuando, aprovechando un corte de luz que apagó las cámaras de vigilancia en el centro penitenciario, se ahorcó con el cable de una máquina de escribir.

EL CHACAL DE NAHUELTORO

Otros de los criminales que marcaron a Chile fue Jorge del Carmen Valenzuela Torres, también llamado "Chacal de Nahueltoro". Su historia dio para la película del mismo nombre que se mostró cómo ocurrieron los crímenes de Rosa Rivas y sus cinco hijos, en la localidad de Nahueltoro. Pasó 32 meses en la cárcel de Chillán, donde aprendió a leer y escribir, aprendió un oficio y se arrepintió de los asesinatos que cometió. Sin embargo, la justicia hizo cumplir su sentencia y murió fusilado.

EL PSICÓPATA DE PLACILLA

Erasmo Moena Pinto, o el "psicópata de Placilla", asesinó y violó a Loreto López y Andrea Quappe, ambos hechos ocurrido en 2010. Con la excusa que les conseguiría trabajo, Moena Pinto engatusó por correo electrónico a sus víctimas y las llevó al sector de Placilla, a las afueras de Valparaíso. Fue condenado a más de 60 años de cárcel, los que se suman a los diez años de presidio por otros delitos cometidos en Mulchén.

EL DESCUARTIZADOR DE CAÑETE

Este mismo 2012, Víctor Fernando Águila Nápoli, o "El Nápoli", mató por celos y con un disparo a su amigo Rubén Humberto Villagra Arias. "El descuartizador de Cañete" no conforme con ello, quemó y descuartizó su cuerpo. Después, y siguiendo una promesa entre ambos, hizo una pipa con su mano derecha para poder fumar pasta base. Su crimen fue fotografiado por su pareja, a la que -según su declaración- amenazó para que lo hiciera. Ella dijo haber actuado por miedo a que le hiciera daño a su hijo.

Tras el crimen, ambos viajaron a Osorno, donde Águila cometió un nuevo crimen. Esta vez su pareja lo denunció.