Un insólito y macabro hecho ocurrió en Rengo en el funeral de Olga Soto. Su familia llegó hasta el Cementerio Católico, pero no pudo enterrarla porque el ataúd no cabía en el nicho.
El error de cálculo fue que compraron una urna con dimensiones superiores al estándar que manejaba el recinto, por lo que tuvieron que regresar a su casa con la fallecida.
Aunque el cementerio ofreció otro pabellón, finalmente no se concretó el funeral porque el lugar estaba totalmente vendido. No obstante, gracias a un tercero que ofreció su nicho Olga tuvo cristiana sepultura.
Ahora la familia afectada estudia demandar al cementerio por los daños morales ocasionados.