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El estremecedor relato de una sobreviviente del ataque de Al Shabab a un restaurante en Somalia

Nasro Dahir Abukar estaba con su hermano tomando un té en un restaurante en Somalia, cuando islamistas de Al Shabab perpetraron un ataque que causó más de 40 muertos. La joven superviviente compartió su relato con la BBC.

24horas Administrator

Domingo 7 de febrero de 2016

RedacciónBBC Mundo

El pasado 21 de enero, el ataque del grupo islamista Al Shabab en un balneario en Mogadiscio, Somalia, dejó al menos 40 muertos.

Muchas de esas víctimas murieron debido a las heridas en los días que siguieron al ataque.

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Nasro Dahir Abukar fue una de las sobrevivientes en el bar Beach View, donde los militantes perpetraron la incursión militar y este es su relato para la BBC de lo que ocurrió aquel día.

Estaba con mi hermano menor, Eyman. Tomábamos té observando el mar, disfrutando de la vista y el sonido de las olas. Era un momento maravilloso.

De repente, un tiroteo comenzó a un lado de un restaurante que estaba sobre la playa. Todos los que estábamos allí nos levantamos de nuestras sillas y huimos a la carrera.

Nasro Dahir Abukar estaba con su hermano Eyman en el momento en que se produjo el ataque.

Pero muchos no llegaron, los alcanzaron las balas y quedaron en el suelo del restaurante y sobre la playa sin poder escapar.

No vi a mi hermano después de que me levanté de la silla, así que comencé a gritar su nombre mientras huía.

Charco de sangre

Entonces me caí, pero alguien me dio una mano. No sé si me conocía o no. Simplemente me tomó y me condujo hacia la zona de los baños.

Allí nos quedamos, escondidos debajo del lavabo.

Aunque está prohibido orar en los baños, sin hacer mucho ruido comencé a recitar algunos versos del Corán y el Hadith (historias tradicionales de la vida musulmana), rezándole a Alá que nos protegiera de esos cobardes.

Así quedó el lugar tras el ataque del comando armado de al Shabab.

Me preguntaba si iba a sobrevivir.

Y pensaba en mi hermano Eyman. No estaba segura de si había podido escapar del restaurante a tiempo. Volví a gritar: ¡Eyman, Eyman, Eyman!

Recordaba en esos momentos lo mucho que mi madre amaba a su hijo más pequeño.

Pensaba en cómo iba a reaccionar cuando le dieran la noticia de nuestra muerte. Eyman no solo era el más joven, sino el único hijo varón.

Hacía un año que mi otro hermano varón había muerto. Y ella seguía llorando su pérdida.

Me estaba preparando para lo peor.

Fuego intenso

Mientras los disparos se intensificaban, yo pensaba en qué pasaría con nuestra familia.

Me echarían la culpa por la muerte de Eyman: después de todo fue mi idea traerlo a la playa de Lido.

¿Por qué lo traje conmigo? Me lo preguntaba una y otra vez.

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De repente algunos disparos atravesaron la puerta del baño e hirieron a varios de los que estábamos escondidos allí. Un charco de sangre comenzó a rodearme.

Los atacantes lanzaron bombas dentro del restaurante y todo empeoró.

Podía escuchar el lamento de los bebés y las mujeres mezclado con los tiroteos y todas esas explosiones.

La gente gritaba "LaaiLaaha Ilalaah", que es una frase que se usa mucho cuando alguien está a punto de morir y le pide perdón a alá.

Pero eso hizo que los atacantes se dieran cuenta que todavía había gente con vida. Así que nos dispararon de nuevo, hasta que algunos les suplicamos a todos que se quedaran callados y permanecieran en silencio.

Oscuridad

Ahora el restaurante estaba a oscuras. Lo único que brillaba eran las balas que surcaban el aire.

Yo estaba tendida en el suelo rodeada de sangre, con gente herida encima de mí y sin poder decir una palabra.

Muchas de las víctimas fatales murieron en los hospitales donde fueron conducidos por la gravedad de sus heridas.

Entonces asumí la tragedia: Eyman estaba muerto y yo estaba a punto de morir.

En un instante, sin embargo, volvió la esperanza.

Escuchamos a los miembros de las fuerzas especiales que llegaron al lugar. Entraron por la ventana y nos señalaron con sus linternas.

Lo primero que hicieron fue sacar a las personas heridas. Nos decían que fuéramos con ellos, pero yo estaba en shock y no sabía qué hacer.

Uno de los hombres de las fuerzas me tomó y me hizo salir fuera del restaurante, allí me preguntó si estaba herida.

Gracias Alá

Me miré para saber cómo estaba: los vidrios cubrían mi ropa, estaba aturdida por la explosión de las bombas, pero estaba bien físicamente.

Muchos de los soldados que rescataron a los sobrevivientes lo hicieron en medio del combate con los militantes de al Shabab.

Entonces pregunté por Eyman. Y me dijeron que estaba bien y a salvo.

Pensé en los soldados que habían arriesgado su vida para salvarnos. Mientras salíamos del restaurante podíamos escuchar el tiroteo y las bombas a lo lejos.

Le debo mi vida a esos soldados y me gustaría poder darles las gracias personalmente, pero nunca pudieron mostrar su rostro. No se cómo se llaman.

Gracias por arriesgar su vida, su humanidad para salvarnos.

Le doy también gracias a Alá.