Pese a un conato de enfrentamiento, la policía de la ciudad estadounidense de Baltimore consiguió imponer el toque de queda que había sido decretado por las autoridades para tratar de frenar los violentos disturbios de la jornada anterior.
Un día después de los disturbios por las protestas por la muerte de un joven negro de 25 años cuando estaba bajo custodia policial, la tensión era evidente en las calles.
E iba creciendo según se acercaban las diez de la noche, la hora del toque de queda. Por entonces, continuaban en la calle grupos de personas, acompañados de numerosos periodistas.
La policía, con equipamiento antimonites, comenzó a tomar posesión. Llegadas las diez, hubo lanzamiento de objetos. Los agentes respondieron con lo que parecían gases lacrimógenos, pero bien pudieron ser bombas de humo.
Entonces, la mayoría de la gente despejó las calles, salvo algunos grupos de jóvenes que poco a poco se fueron dispersando.
"El toque de queda está funcionando tal como lo ordenó la alcaldesa", dijo a la prensa Anthony Batts, jefe de la policía de Baltimore.
No obstante, también se reportaron grupos relativamente aislados que continuaban desafiando la orden.