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Escocia: una dolorosa decisión en el aire

Un día antes del referendo por la independencia de Escocia, el enviado especial de BBC Mundo a Edimburgo, entra en clima de campaña gracias al entrevistado perfecto y a un sonriente escocés.

24Horas.cl TVN

Miércoles 17 de septiembre de 2014

Juan Paullier Enviado especial de BBC Mundo a Edimburgo, Escocia

¿Cómo es volar hacia un país que está por definir su independencia? ¿Tiene algo de particular?

¿Hay una energía especial en el aire? ¿Nerviosismo? ¿Ansiedad?

No.

Hay que ser honestos.

Pero adentro del avión, el entrevistado perfecto y un sonriente escocés me hacen entrar en clima de referendo.

Salgo de Londres este miércoles por la mañana para volar hacia Edimburgo.

Poco más de cuatro millones de residentes en Escocia se enfrentan mañana a una simple pregunta: "¿Debería ser Escocia un país independiente?".

Dos respuestas sencillas. Sí. No.

¿Simple? ¿Sencillas? No tanto.

Se dirime un dilema gigantesco para el Reino Unido de Gran Bretaña en Irlanda del Norte.

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Buscando señales del referendo

Tras 307 años unidos, Escocia puede marcharse, desmembrar a Reino Unido, y llevarse casi el 10% de la población y un tercio del territorio.

Si digo que es algo histórico, quedo corto.

¿Qué pasará con la moneda, el petróleo y la economía si Escocia se independiza?

Pero en la terminal 2 del aeropuerto londinense de Heathrow, "La Terminal de la Reina", reina que seguirá siendo monarca de Escocia aunque se imponga el Sí, es, lógicamente, un día más.

Sólo yo creo ir en busca de señales de un referendo.

La trompa del avión que me lleva a Edimburgo lleva pintada una sonriente mujer que sostiene la Union Jack, la bandera de Reino Unido.

¿Mantendrá la cruz de San Andrés si Escocia dice "Sí"? Aún no está claro.

Pero tampoco esa parece ser la principal preocupación de nadie.

Otros temas generan más incertidumbre: entre otros, la moneda –la libra–, el petróleo y la economía, por ejemplo.

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"Primero soy británico"

En la fila para embarcar una mujer le dice a su acompañante: "Mira, Escocia decide".

Señala una televisión en silencio con la transmisión del canal de noticias de la BBC que ni había notado.

Todo indica que es la única que le presta mínima atención al presentador que habla desde Edimburgo.

La TV está en silencio. El hombre le responde desinteresado: "¿Eh?", y siguen caminando.

Ahí se acabó la apatía independendista.

Del otro lado del pasillo, en el 14C, viaja George, cuarenta y tantos años, inglés, residente en Escocia, trabaja en la industria petrolera, casado con una escocesa, hijos escoceses, informado.

Básicamente, el entrevistado perfecto.

"Soy un No. Y mi esposa escocesa, también, o al menos me dijo eso", me dice riendo.

"Primero soy inglés", y se sonríe para corregirse rápido.

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"Primero soy británico, después inglés. Amo Escocia. Pero es demasiado riesgoso, económicamente hay muchas dudas, y Reino Unido quedaría disminuido en el mundo", se explica.

Detrás escucho el inconfundible y delicioso (salvo cuando se vuelve ininteligible) acento escocés.

"Inglaterra nos usa por el petróleo"

"¿Sí o No?", le pregunto a un fornido barbudo. "Síii", me devuelve con una sonrisa.

"Entiendo que para algunos les pueda resultar doloroso. Pero a mí no me da miedo dejar Reino Unido. Soy escocés, no soy británico", asegura.

"Hay riesgos –añade–, es verdad, pero es mejor si nos gobernamos nosotros mismos, los escoceses. Inglaterra nos usa por el petróleo. Nos merecemos separar", asegura.

Reconoce que no hay vuelta atrás, que esto no es una elección cualquiera en la que en cuatro años se puede votar por el otro bando.

Pero se convenció del valor de la independencia por la campaña liderada por el ministro principal escocés, Alex Salmond.

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"Ojalá festeje el viernes. Pero está muy ajustado, demasiado ajustado, imposible decir qué pasará", concluye.

Las últimas encuestas dan una leve ventaja al No (52%-48%), pero los indecisos todavía son un bloque a considerar y nadie se anima a aventurar qué ocurrirá.

Mark cuenta que notó en las últimas semanas en Escocia una especie de "estigma" si uno decía que iba a votar No y que eso puede estar presente en los sondeos.

Para él, en parte, Escocia ya ganó: "Tendrá más poderes, y eso es bueno. Y lo mejor es que se va a terminar la campaña y, espero, que también el debate".

Entiende el "resentimiento" en Escocia contra Londres por su "arrogancia", explica que los escoceses siempre estuvieron un poco más a la izquierda que los ingleses y opina que en este referendo también hay un voto contra la clase política en general en Westminster con el gobierno conservador a la cabeza.

Pero insiste con las dudas y las incertidumbres de la independencia. "Estamos mejor así", remata.

Antes de aterrizar en Edimburgo le agradezco por la conversación y le pregunto qué cree que va a ocurrir.

La decisión está en el aire.

Me muestra los dedos cruzados, cierra los ojos y pone cara de sufrimiento.

"No sé. Pero si Escocia se separa de Reino Unido, sería una pena, sería doloroso".