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Glasgow: la ciudad más enferma del Reino Unido

Quienes nacen en Glasgow tienen una expectativa de vida menor que en América Latina y tienen altas posibilidades de morir jóvenes ¿Por qué esta ciudad una vez considerada como la mejor del país ahora es la más enferma?

24Horas.cl TVN

Viernes 6 de junio de 2014

Lucy Ash BBC

Quien nace en la ciudad escocesa de Glasgow se espera que viva unos 65 años. Una cifra que no sólo es la más baja del Reino Unido, sino que también está por debajo de la de América Latina, donde la expectativa promedio de vida es de 71 años. ¿Qué hay detrás del llamado "efecto Glasgow?

El domingo por la tarde, la piscina del suburbio Easterhouse está llena. Los niños salpican por todas partes mientras que un hombre con los brazos tatuados nada al estilo libre en uno de los carriles.

Es una imagen de vigor y salud de una ciudad internacionalmente conocida por su floreciente escena artística y universidades de alta calidad. Presume de una hermosa arquitectura victoriana, de tiendas de diseño vanguardistas y bares y restaurantes de moda.

Al mismo tiempo, esta dinámica urbe tiene una poco envidiable reputación de mala salud. Los índices de obesidad están entre los más altos del mundo y lo que es peor, la ciudad tiene una alarmante alta tasa de mortalidad.

En 2011 un estudio comparó esta ciudad con Liverpool y Manchester, dos ciudades con niveles de desempleo, desigualdad y carencias parecidas. Se descubrió que los residentes de Glasgow tienen aproximadamente 30% más probabilidades de morir joven, y el 60% de esas muertes prematuras son debido a cuatro cosas: drogas, alcohol, suicidio y violencia.

El efecto Glasgow es relativamente nuevo. "Estas causas de muerte realmente emergieron en los años 90", explica Harry Burns, profesor de salud pública de la universidad Strathclyde. "Y aumentaron mucho más en un sector particular de la población: hombres y mujeres entre los 15 y 45 años. Así que se trata de un patrón muy específico que afecta a las personas en sus años de más productividad".

Walter Brown, un hombre con líneas en la cara y pelo gris corto, dice que tuvo un escape afortunado. Describe con una tasa de café en mano su agonizante batalla con el alcohol. "La idea de renunciar me aterrorizaba. Porque, ¿qué más podía hacer? Todo al que conocía bebía alcohol o tomaba drogas".

"Me permitía llevar una máscara, era el tipo duro lleno de bravuconerías. Antes de salir, tomaba un cuarto de una botella de whisky y dos latas grandes de cerveza para convertirme en la persona que la gente pensaba que era para el momento que entraba al bar".

Walter sufrió convulsiones por el alcohol, parálisis temporal y cirrosis en el hígado. Su doctor le advirtió que otro litro de alcohol podía causarle daños permanentes en el cerebro e incluso la muerte.

Pero ni eso lo convenció de parar.

"De alguna forma no pensé que me pasaría a mí", reflexiona. "También pensaba que de todas formas todos moriríamos joven".

Eventualmente, y gracias a la insistencia de su hija, Walter dejó la bebida y ahora lleva un club de adictos en recuperación con los que se reúne en el centro The Bridge todos los domingos. Algunos nadan, otros participan en talleres de música o simplemente pasan el día en el café.

En la última década, Walter cuenta que ha escuchado de ocho casos de suicidios en las residencias donde solía vivir.

"Uno era un amigo, nunca sospeché que sería alguien que pudiera hacerlo. Sencillamente se fue a casa y se ahorcó. Y también hubo otros que había visto en el bar. Era a los que les preguntabas cómo estaban, y ahora, de repente, ya no están".

Las tasas de homicidio en Glasgow han disminuido casi un 40% desde 2007, en parte debido a un proyecto policial innovador para atacar el crimen con navajas. Pero aun así, la ciudad tiene el doble de asesinatos que Londres, y el abuso de drogas también es algo común.

Fondo del problema

Expertos creen que el fin de la industria pesada en la ciudad puede estar detrás del efecto Glasgow.

¿Qué explica un comportamiento tan autodestructivo? Psicólogos, epidemiólogos, sociólogos y otros expertos han debatido mucho sobre qué es lo que pasa en Glasgow que socava fatalmente la salud y el bienestar.

Harry Burns, quien hasta hace poco era el jefe médico del ayuntamiento, tiene su propia teoría. Cree que la desindustrialización en una ciudad, en la que una vez decenas de miles de personas trabajaban en fábricas y astilleros, ha herido profundamente el orgullo local. Están desmoralizados.

"Ser un soldador en un astillero era un trabajo frío y peligroso", señala. "Pero te daba una identidad cultural".

"Nadie está diciendo que la gente de Glasgow son un modelo de salud, pero sencillamente no hay pruebas de que somos lo que somos porque comemos grandes cantidades de grasa o fumamos inmensas cantidades de cigarrillos. Esa no es la explicación", agrega Burns.

Este experto está convencido de que los problemas económicos y sociales que la ciudad ha experimentado durante las últimas décadas tienen que ver con lo que llama "la tormenta perfecta de adversidades".

"En los lugares donde las comunidades tradicionales pierden las anclas de sus tradiciones culturales, ocurren las mismas cosas: aumenta la mortalidad a causa del alcohol, drogas y violencia", explica. "La respuesta no es la típica promoción de la salud, pues donde pierdes el sentido de control de tu vida hay muy poco incentivo para dejar de fumar o beber. La respuesta está en redescubrir un sentido del propósito y autoestima".

Donde hubo un astillero, ahora es un taller para superar problemas de salud.

Algunos lo logran en carpinterías donde martillan y cincelan la madera.

La fundación Galgael ofrece tanto a hombres como mujeres cursos que les ayuden a superar sus adicciones y problemas para la salud. Esta comunidad de carpintería se trata de crear amistad y reconstruir la confianza.

Jack, un hombre de casi 30 años, está tallando dragones celtas en una tabla de madera. Su doctor lo remitió a Galgael, un recinto que en el pasado fue uno de los mayores centros de construcción de barcos del mundo, después de haber sufrido palpitaciones, ataques de pánico y agorafobia aguda.

"Hace como año y medio me desconecté completamente, cerré mi puerta y no salí", cuenta. "Venir me ha ayudado a volver a acostumbrarme a estar rodeado de gente".

El inicio y no el final

El efecto Glasgow bien podría aliviarse con los proyectos de integración social. Pero sus raíces son, de acuerdo con algunos, tan profundas que tienes que excavar un poco más para encontrar una explicación.

A unos kilómetros de Galgael, en la zona acaudalada de la ciudad, hay una mujer con su propia teoría -una que está atada a la historia de Glasgow.

La autora Carol Craig dice que para entender las muertes prematuras que ocurren aquí no hay que fijarse en el fin de los astilleros y fábricas, sino en el inicio.

A principio del siglo XVIII, el escritor Daniel Defoe describió esta ciudad como "la más limpia, hermosa y mejor construida del Reino Unido". Pero cuando la Revolución Industrial atrajo a miles de personas de todas partes del país, hubo una explosión de la población, y para muchos el lugar se convirtió en un auténtico infierno.

Craig explica que en 1891 la ciudad de Londres describió aglomeración como dos o más personas en una habitación.

Mientras que en la capital británica un tercio de la población caía en esta categoría, en Glasgow eran dos de cada tres, o incluso el doble, los residentes que vivían hacinados.

La escritora considera que la proximidad forzada obligó a los hombres a salir de sus hogares hacia el bar. "Era una especie de mecanismo de supervivencia. En el Glasgow de antes, los viernes -cuando los hombres recibían la paga- veías a las mujeres haciendo cola fuera de sus lugares de trabajo y bares para rescatar algo del dinero".

Craig sugiere que la rápida industrialización en Glasgow produjo una tóxica masculinidad que destruyó la vida familiar. "Hay un fracaso de las relaciones personales que nadie está enfrentando".

"Es significativo porque ¿qué es lo más importante en la salud de los hombres? Estar casados, puede significar tanto como siete años más de expectativa de vida. Así que si queremos descubrir por qué la salud en Glasgow es tan pobre, creo que una de las cosas por la que nos tenemos que preguntar es la relación de pareja".

¿Cuestión de genética?

Burns está de acuerdo en que las relaciones son clave. Habla de la necesidad de construir un "capital social" para que las personas se ofrezcan amistad y apoyo mutuo.

Se necesitaron décadas para crear los problemas actuales de Glasgow. Llevará décadas arreglarlos.

David Walsh, uno de los académicos que acuñó el término "efecto Glasgow" cree que el fenómeno del exceso de mortalidad se debe a una serie de factores "horriblemente complicados" que afectan de distintas formas a diferentes partes de la población, así que no le ve sentido a buscar una sola cosa que lo solucione.

El clima puede ser uno de esos factores, el frío, la lluvia y falta de luz solar ha causado una deficiencia grave de vitamina D.

Otros lo atribuyen a una cultura de pesimismo, mientras que hay quienes piensan que el sectarismo entre católicos y protestantes puede ser responsable.

El ministro de salud de Escocia culpó a la exprimera ministra británica Margaret Thatcher de llevar a los escoceses a las drogas y el alcohol al destruir la industria pesada en los años 80. Conservadores locales calificaron las acusaciones de absurdas.

Pero lo que es cierto es que no hay respuestas fáciles para el efecto Glasgow. Incluso en los mejores vecindarios, el índice de mortalidad es un 15% más alto que en distritos parecidos de otras grandes ciudades.

Burns sugiere que influencias ocultas en los genes pueden ser responsables de este fenómeno. "Esto nos lleva al campo de la epigenética, el negocio de los asuntos que se activan y desactivan dependiendo del medioambiente en que crecemos. Hay un impacto epigenético en la dieta a la que fueron expuestos nuestros padres y abuelos. Ahora podemos encontrar con facilidad explicaciones científicas para esto, sólo que todavía no lo hemos probado".

La idea de que el estilo de vida de los abuelos -el aire que respiraron, los alimentos que comieron- puede afectarnos directamente es desorientadora.

Muchos lo ven como una bofetada al fatalismo. ¿Cuál es el sentido de tratar de llevar una vida sana si estás condenado por los malos hábitos de tus antepasados?

La noción epigenética va en contra de las visiones convencionales de que el ADN lleva toda la información heredable y de que nada de lo que un individuo haga en su vida se pasará biológicamente a sus niños.

Pero quizás cuando se trata del efecto Glasgow, ninguna teoría se puede descartar.

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