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Por qué a los islandeses les fascinan las erupciones volcánicas

Una periodista nacida en Islandia relata su fascinación por las erupciones, en momentos en los que el país vive una intensa actividad geológica. Para ella, los volcanes tienen una dosis de majestuosidad. He aquí sus razones.

24Horas.cl TVN

Domingo 14 de septiembre de 2014

Thora Arnorsdottir Periodista islandesa

De niños, ¿recuerdan correr detrás de sus hermanos sin poder alcanzarlos? Los pequeños pies moviéndose tan rápido como podían, sin éxito. Esa sensación es la que estoy experimentando estos días. ¿La razón? Un volcán.

Cada mañana programo mi alarma para las 6:00 am, no para meterme en la ducha, sino para revisar cada sitio web con información sobre volcanes en mi país, Islandia. Desde el 16 de agosto se han producido miles de terremotos debajo del glaciar más grande de Europa, el Vatnajökull, que abarca 8.800 kilómetros cuadrados en el sureste de Islandia.

Científicos creen que esta actividad sísmica es causada por la enorme cantidad de magma moviéndose bajo la corteza de la Tierra, que incluso podría trasladarse de un sistema volcánico a otro.

Una pequeña erupción comenzó, tomó un descanso y volvió a reanudarse el viernes 29 de agosto con mucha más fuerza. La fisura se ubica al norte del glaciar, y cuando la erupción ocurre debajo del glaciar, el magma explota al entrar en contacto con el hielo y sale la ceniza.

 

Un momento, ¿ceniza de glaciar? ¿Eso les recuerda algo? "Volcán, creo que te llamaré Kevin". Esa fue la reacción del comediante Jon Stewart al ver a los periodistas de casi todas las estaciones de televisión más importantes del mundo intentar -en vano- pronunciar el nombre del volcán islandés que destrozó los planes de viaje de millones de personas en abril de 2010.

La enorme nube de ceniza de la erupción provocó el cierre de una gran parte del espacio aéreo europeo durante seis días, dando lugar a la cancelación de 100.000 vuelos. Incluso le impidió volar al presidente de Estados Unidos Barack Obama, por lo que no pudo asistir al funeral del fallecido presidente polaco, Lech Kaczynski. También se lo perdieron la canciller alemana Angela Merkel y el presidente de Francia Nicolas Sarkosy.

Eyjafjallajokull resultó cuarta en la lista de las 10 principales palabras de moda seleccionadas por la revista Time en 2010, pero a las aerolíneas no les causaba gracia: la cifra total de pérdidas durante esos días fue de unos US$1.700 millones.

 

Ahora, sólo cuatro años más tarde, pareciera que es hora de prepararnos para más interrupciones. La actividad geológica ocurre en olas, e Islandia parece estar en una de esas fases ahora.

La isla está situada en el centro de la cordillera del Atlántico Norte y por esa razón está partiéndose en dos. La mitad del país pertenece a la placa tectónica norteamericana y la otra mitad a la euroasiática. En promedio, cada año se mueven en un promedio de 1,2 centímetros en dirección opuesta. Pero todo indica que 2014 será un año en el que se moverán unos 50 centímetros.

Eso, sin embargo, no significa que Islandia realmente está dividiéndose en dos, pues una suficiente cantidad de magma siempre surge para llenar la brecha. Tampoco se está haciendo más grande, pues el Océano Atlántico está carcomiendo las costas a un ritmo similar.

La teoría es que justo debajo del glaciar Vatnajökull, hay un punto caliente, que tiene que ver con las conexiones al manto de la Tierra. Este es, supuestamente, uno de los pocos lugares donde existe un lugar tan caliente y esa es una de las razones por las que un tercio de la lava que se ha extendido por el planeta en los últimos 500 años ha terminado en Islandia.

He aquí la guinda del pastel. El nombre del sistema de volcanes en cuestión es Bardarbunga-Dyngjujokull. Hermoso, ¿no es así? Parece la hermana mayor de Eyjafjallajokull, alias Kevin.

 

 

Y hay algo extraño: a pesar de que las erupciones volcánicas han tenido terribles consecuencias a través de los años, los islandeses aman a sus volcanes. Incluso nombran a sus hijas después de ellos. Dos ejemplos son Hekla y Katla.

Los islandeses los respetan. Hay algo majestuoso sobre los volcanes, es como tener un león en la casa. Sabemos que pueden ser peligrosos, pero aprendemos a vivir con ellos.

Nuestro país es joven y dinámico, aún está siendo formado y moldeado por la naturaleza. Los mapas son modificados cada pocos años debido al continuo movimiento sísmico, la aparición de nuevos cráteres, el cambiante flujo de los ríos y de la línea costera.

Los islandeses intercambiamos historias sobre dónde estaban cuando tal o cual erupción ocurrió, todos sintonizamos el servicio de radio nacional cuando sentimos un terremoto fuerte para seguir los acontecimientos. ¿Qué tan fuerte fue? ¿Fue solo un sismo o una advertencia de que el monte Hekla está a punto de entrar en erupción? ¿Será el turno del volcán Katla ahora?

 

Las tierras altas del glaciar Vatnajökull fueron evacuadas y los pocos miles de habitantes del norte están en continua alerta, listos para salir de sus casas en un instante. La inundación viene sin avisar: si el magma caliente halla escape bajo un glaciar, una enorme cantidad de hielo se derretirá y el agua tiene que ir a alguna parte.

Así que desde hace un par de semanas he estado refrescando páginas web y enviando mensajes a mis amigos y familia: ¿Ya empezó? ¿Aún no? ¿Ahora? La mayoría de los extranjeros pensaba que lo hacía porque estaba preocupado por ellos, pero esa no es la verdadera razón. Ellos están en la capital, Reikiavik, a cientos de kilómetros de distancia. Es muy poco probable que alguno esté en peligro.

No, la razón es muy egoísta. Siento ansiedad por no estar allí para verlo con mis propios ojos. Es genial tener la oportunidad de pasar un semestre en Yale, pero para una reportera de la televisión islandesa es casi insoportable imaginar que se está perdiendo la erupción de Bardarbunga-Dyngjujokull.

Sigo a través de redes sociales a mis colegas que están acampando allí, sintiendo la fuerza de la naturaleza en el trabajo.

En este momento estoy recordando mi infancia con cuatro hermanos mayores. Recuerdo hacer mi mejor esfuerzo para correr tan rápido como ellos, pero no logro mantener el ritmo.

Mientras cualquier persona espera que la erupción termine pronto y que las cenizas no representen peligro para las aerolíneas, mi deseo es el siguiente.

Estimado sistema volcánico Bardarbunga:

¿Puedes por favor frenar tu ritmo y contener la respiración hasta el 15 de diciembre, para que yo, tu admiradora leal, pueda atestiguar su espectacular show?

Atentamente,

Thora.

PD: Los científicos ahora dicen que la erupción podría durar años. Eso es reconfortante… más o menos.

Thora Arnorsdottir es editora de noticias senior del Servicio Nacional de Radiodifusión Islandés e investigadora de Yale durante 2014.