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Por qué Arabia Saudita está exhibiendo su fuerza en Medio Oriente

Atrás quedó la actitud sigilosa y conservadora del reino. Ahora ha surgido una actitud nueva y resuelta que ha lanzado al país a aventuras previamente desconocidas y potencialmente arriesgadas.

24horas Administrator

Lunes 10 de agosto de 2015

Frank Gardner BBC

Algo está cambiando en Arabia Saudita. Atrás quedó el enfoque históricamente conservador de no molestar a nadie, de caminar sigilosamente ante los grandes asuntos estratégicos de Medio Oriente.

En su lugar ha surgido una actitud nueva y resuelta que está lanzando al reino rico en petróleo a aventuras previamente desconocidas y potencialmente arriesgadas.

En Yemen, las Fuerzas Armadas sauditas han estado en guerra contra los rebeldes hutiés desde hace más de cuatro meses.

En Siria, el apoyo saudita a los rebeldes islamistas que se oponen al gobierno del presidente Bashar al Asad se ha incrementado drásticamente.

Y, sobre el acuerdo nuclear iraní, fuentes sauditas han sugerido que si el país evalúa que Teherán tiene probabilidades de adquirir armas nucleares en el futuro, entonces Arabia Saudita hará lo mismo, provocando una carrera armamentista en Medio Oriente.

¿Qué está detrás de esto?

Es Yeda, septiembre de 2013, y yo estoy sentado en una sala de recepción con aire acondicionado en un palacio bien protegido cerca de las costas del Mar Rojo.

Hay otras dos personas en la sala: el príncipe heredero –ahora rey– Salman Bin Abdulaziz al Saud y su hijo favorito, el príncipe Mohammed Bin Salman.

Ese día todavía le faltaban 16 meses al príncipe Salman para suceder a su hermano el rey Abdullah en el trono.

Las cosas han cambiado en Arabia Saudita desde la muerte del rey Abdullah.

Pero como ministro de Defensa del país, había tenido que regresar de sus vacaciones en Marruecos para hacerse cargo de las fuerzas sauditas, que entonces estaban preparadas para apoyar a los estadounidenses en el lanzamiento de incursiones aéreas punitivas contra Asad.

Se suponía que los ataques con misiles iban a ser una respuesta internacional a la extendida creencia de que el régimen sirio estaba detrás del masivo ataque con gas nervioso en Ghouta ese verano, que mató a cientos de civiles sirios.

Pero gracias a un acuerdo patrocinado por Rusia, que logró que Asad entregara su arsenal químico –o gran parte de éste–, los ataques con misiles fueron suspendidos a último momento.

Joven pero ambicioso

Para el liderazgo saudita, este fue un momento trascendental y decisivo en sus tratos con Estados Unidos.

Los sauditas se sintieron totalmente decepcionados por sus aliados estadounidenses.

Esperaban que la acción militar internacional contra el régimen de Asad finalmente lograría un cambio en la guerra civil de ese país, retirando al único aliado árabe de Irán, el presidente Asad, y reemplazándolo con un gobierno dirigido por sunitas.

Cuando esto no ocurrió, los príncipes sauditas de alta jerarquía y los que encargados de tomar decisiones resolvieron que, desde ese momento, tendrían que solucionar los asuntos por su propia cuenta.

Entonces dio un paso adelante el joven, inexperto militarmente, pero sumamente ambicioso príncipe Mohammed Bin Salman, que era el hombre más joven presente en la reunión en Yeda.

 

 

De unos 30 años de edad, es posiblemente el ministro de Defensa más joven del mundo.

También es el rostro visible de la masiva campaña militar dirigida por los sauditas en Yemen para expulsar a los rebeldes hutíes chiitas y restaurar al exiliado presidente Hadi, un aliado saudita, en el poder.

En los noticieron sauditas el joven alto que a menudo aparece sin afeitar es visto en salas de operaciones militares, inspeccionando planes, debatiendo con sus generales.

Para sorpresa de muchos, su apuesta parece estar rindiendo frutos, aunque la desafortunada población yemení ha pagado un enorme precio.

Después de cuatro meses de vapuleo contra las posiciones hutíes con ataques aéreos, el bloqueo a puertos y aeropuertos yemeníes y el aterrizaje en Adén de una división blindada de Emiratos Árabes Unidos, los hutíes están ahora en retroceso.

A pesar de que se calcula que 3.000 personas han muerto y 80% de la población yemení ahora depende de la ayuda, el liderazgo saudita parece determinado a continuar con su campaña y forzar a los hutíes a entablar la paz.

 

 

Para Arabia Saudita, esto tiene que ver con algo más que solo asegurar su frontera sur.

Los sauditas temen que están siendo gradualmente rodeados por aliados de los iraníes y quieren revertirlo.

En Yemen ven a los hutíes chiitas como una milicia apoderada por Irán, aunque en realidad los hutíes lograron sus primeras victorias gracias al apoyo del derrocado presidente Saleh y no por los iraníes.

Alternativas

En Irak, observaron consternados cómo el régimen sunita de Sadam Hussein fue entregado a un gobierno dirigido por chiitas con vínculos extremadamente cercanos a Teherán.

Las milicias entrenadas por Irán fueron fundamentales para ayudar a Irak a recuperar la ciudad de Tikrit de Estado Islámico.

 

 

En Siria, los sauditas ven al aporedado de Irán, Hezbolá, combatiendo a rebeldes sunitas, y en Bahréin y en su propia provincia oriental han sospechado desde hace mucho que las fuerzas Quds de Irán han estado alentando la intranquilidad entre la población chiita.

Pero ¿cómo terminará todo esto? Mal, dicen los detractores de Arabia Saudita.

Piensan que el país se está sobrepasando al apoyar a actores peligrosos en lugares como Siria, alimentando una ola de yihadismo sunita que llevará más violencia de los simpatizantes de EI a las calles de Arabia Saudita y otras partes.

Pero algunos observadores experimentados que han estado mirando la nueva resolución saudita dicen que, después de la desastrosa Primavera Árabe que llevó tanta miseria a tantas partes del mundo árabe, Arabia Saudita no tiene otra alternativa más que cuidar sus propios intereses, formar sus porpias alianzas y forjar su propio camino, independientemente de lo que Washington vaya a hacer.