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Vuelve la justicia talibán a Afganistán

"Nos cortaron una mano y un pie a cada uno", cuenta Fayz Mohammed. Las amputaciones, lapidaciones y ejecuciones eran moneda corriente cuando el Talibán gobernaba el país. Y ahora varios casos muestran que siguen vigentes.

24Horas.cl TVN

Sábado 11 de mayo de 2013

Humayun Hadid y Johannes Dell BBC

"Nos mantuvieron durante 27 días", dice Fayz Mohammed. "El día 28, a las 10 de la mañana, nos cortaron una mano y un pie a cada uno".

Mientras reposa en una cama sencilla en el hospital regional de Herat, con el brazo derecho y la pierna izquierda vendados, Fayz le cuenta a la BBC su terrible experiencia, que ocurrió en marzo pasado en el noroeste de Afganistán.

"Nos inyectaron una anestesia falsa", recuerda. "No hizo ningún efecto".

Las amputaciones de Fayz y Zarin sirven como un recordatorio sombrío de la justicia al estilo talibán. Esto casi 12 años después de que el movimiento fuera derrocado.

Eran dos jóvenes afganos comunes. Tenían buenos empleos como conductores de una empresa de transporte local y estaban felices de poder alimentar a sus familias.

Disfrutaban de su tiempo libre en su pueblo natal, en el distrito de Rabat Sangi, mientras se cargaban los camiones.

En la segunda noche de su estancia, combatientes talibanes llegaron a las tres de la mañana y los secuestraron.

Los llevaron a más de 100 kilómetros de distancia hacia Torghundi, una ciudad en la frontera con Turkmenistán. Y allí ocurrió la tragedia.

Ahora, poco menos de un mes después, se encuentran en el hospital de Herat recuperándose de ese calvario que los ha dejado traumatizados y preocupados por su futuro.

Guantes blancos

"Solo vi a un tipo con guantes blancos. No sé si era un médico o no. No creo que lo fuera porque tardó mucho en cortarme la mano. Sufrí mucho, era extremadamente doloroso".

Fayz Mohammed espera recibir una prótesis para poder seguir trabajando.

Fayz dice que él y su compañero estuvieron con los ojos vendados durante el procedimiento y que varios hombres les sujetaban las extremidades y se sentaban sobre sus pechos para mantenerlos quietos.

Hay confusión sobre de qué eran acusados los dos conductores.

Algunos informes sugieren que eran sospechosos de haber robado, otros dicen que fueron atacados debido a que su compañía trabajaba para las tropas occidentales en el país.

Fayz dice que él y Zarin nunca hicieron nada malo y que fueron utilizados para dar un ejemplo y enviar una advertencia a los demás. Él dice que no hubo ningún tipo de juicio.

"No había mullah, ningún juez, nadie", dice. "Sólo había talibanes. Todos se reían y se burlaban mientras nos amputaban. Nunca escucharon lo que teníamos para decir".

Fayz también dice que los insurgentes ofrecieron liberarlos si aceptaban plantar explosivos en uno de los camiones de la empresa, pero se negaron.

Un portavoz del hospital le dijo a la BBC que los hombres fueron hallados al costado de una carretera principal y fueron llevados a la clínica por unos conductores que los vieron.

El hospital dice que Fayz y Zarin llegaron unas tres horas después de haber perdido sus extremidades y que necesitaban transfusiones de sangre.

Sus heridas necesitaban cirugía para poder cicatrizar y evitar la infección. Los médicos dicen que las amputaciones parecían hechas por una persona con conocimientos médicos, ya que no se habían roto los huesos.

Fayz dice que está preocupado por cómo va a trabajar en el futuro y espera poder recibir una prótesis.

Sharia

El caso es un recordatorio de los castigos impuestos por las autoridades talibanes cuando gobernaron gran parte del país entre 1996 y 2001.

Invocando la ley islámica o Sharia, las autoridades talibanes llevaron a cabo lapidaciones, latigazos, amputaciones y ejecuciones en lugares públicos como plazas, escuelas y campos deportivos.

Los estadios deportivos en Kabul y Kandahar eran conocidos por ese tipo de espectáculos, a los que asistían miles de personas.

Los combatientes talibanes se aseguraban una alta participación paseándose por los barrios y anunciando los castigos a través de altavoces.

Las amputaciones por lo general eran realizadas por médicos capacitados, que operaban con el rostro cubierto por temor a represalias.

En muchos casos se aplicaba un anestésico local antes de eliminar la extremidad con instrumentos quirúrgicos simples.

El castigo por robo implicaba la pérdida de una mano, dependiendo de la gravedad del delito.

Los amputados solían desmayarse mientras el miembro amputado era exhibido ante la multitud antes de ser enterrado.

Impulso

Este tipo justicia al estilo talibán se ha vuelto a observar en muchas partes del país en los últimos años a medida que la insurgencia mantiene su impulso.

Ha habido numerosos informes de combatientes repartiendo castigos, por lo general en las zonas que están bajo su control.

El Talibán gobernó Afganistán entre 1996 y 2001.

En agosto de 2010, las autoridades afganas dieron a conocer un video que muestra la lapidación de una pareja en la provincia norteña de Kunduz después de que un tribunal talibán los declarara culpables de adulterio.

En el mismo mes combatientes talibanes azotaron públicamente y ejecutaron a una viuda afgana embarazada en la zona de Bagdis, tras acusarla de una relación ilícita.

El año pasado se informó que los insurgentes le habían disparado a una mujer por supuesto adulterio en la provincia de Parwan.

Pero más allá de estos casos extremos, los tribunales talibanes están activos en muchas partes del país. Intervienen en las disputas locales, a menudo a petición de los aldeanos que han perdido la fe en el sistema judicial afgano, notoriamente corrupto.

Y con la retirada de las tropas internacionales y la búsqueda permanente de un acuerdo de paz con los talibanes, algunos están a favor de un resurgimiento de la estricta ley islámica.

En una reunión hace tres años más de 300 clérigos islámicos afganos le pidieron al presidente Hamid Karzai que promulgara la Sharia, incluyendo el tipo de castigos que han hecho famosos a los talibanes.