El mejor lanzallamas de la región, el más sobresaliente estilo de motor o el equipo de sonido más soñado por los amantes de las tuercas, no eran el motivo principal para llegar a la Pampilla de Coquimbo, sino un motivo aún mayor, una causa que mantiene a Matías Castro Vega, luchando contra un agresivo cáncer cerebral, pese a tener sólo 5 años. Una batalla que movilizó a casi 600 autos del país.