La memoria del destacado fotógrafo Sergio Larraín hoy sufre un duro golpe. La vivienda que le sirvió de escape tras abandonar la fotografía en la década del 60' y abocarse a la meditación, fue arrendada por su familia para instalar allí una plaza de estacionamiento privado. Según historiadores y fotógrafos que compartieron con él, se trata de un atentado al patrimonio cultural.