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Cómo no precipitarse en el amor

La columnista del The New York Times Jessica Blankenship cuenta su experiencia de haberlo dejado todo para irse a vivir a París con una persona a la que conocía hace sólo cuatro semanas.

By Jessica Blankenship New York Times News Service

© Freepik

Martes 13 de febrero de 2018

Cuando anuncié que me iba a París para vivir con un hombre al que había conocido en las Bahamas cuatro semanas antes, ninguno de mis conocidos se sorprendió.

No escatimaron en opiniones: “Apenas lo conoces”, “Tu francés es muy limitado”, “Ya sabes que en París no hay Krispy Kreme, ¿verdad?”, pero no era el asombro lo que alimentaba a la mayoría de esas emociones.

El hecho de que yo lo dejara todo para irme a vivir a miles de kilómetros y lanzarme a los brazos de alguien cuyo segundo nombre no conocía no era del todo extraño en mi caso. No porque hubiera hecho eso antes, pero sí porque tiendo a aventurarme a hacer cosas nuevas con, por así decirlo, una velocidad acelerada y una confianza inquebrantable. Y recién entrada en mis veintes, aquello sin duda incluía romances con casi desconocidos.

 

Sin embargo, según el terapeuta sexual radicado en la ciudad de Nueva York Stephen Snyder, autor del libro que está a punto de salir a la venta Love Worth Making, ese deseo de involucrarnos en nuevos romances sin pensarlo es muy natural.

La danza de apareamiento humana no dura mucho tiempo”, comentó. “Suele incluir una repentina explosión de energía, como el Big Bang o la Gran Explosión”.

A los dos meses de mudarme a París mi relación había pasado de explosiva a una pila de cenizas, pero los impulsos que me llevaron —y que son los mismos que pueden llevar a cualquiera a precipitarse a formalizar una relación demasiado pronto— son normales, explicó Snyder.

El terapeuta agregó que: “Siempre es más seguro asumir que si la mayoría de nosotros está dispuesta a hacer algo, es porque estamos diseñados para ello”.

Tratar de limitarnos y aplicar una estructura prudente a algo que nos parece fabuloso requiere poner a trabajar a las partes lógicas de nuestro cerebro para que ignoren a los centros cerebrales que buscan placer. Esto es posible y se puede dar la bienvenida a una pareja romántica prometedora sin dejar que el fuego en nuestro corazón consuma nuestra vida hasta las cenizas.

 

Suele ser difícil defender tus necesidades y, por lo general, es todavía más complicado cuando esas necesidades están en conflicto con tus deseos a corto plazo. Ya se trate de un compañero de departamento que se toma la libertad de “tomar prestada” tu leche de almendras o de un jefe que te manda correos electrónicos con solicitudes urgentes a cualquier hora, la mayoría de nosotros tiene al menos una relación que sería infinitamente más sana si tuviera límites claros y constructivos para ambas partes.

Esto es lo que los expertos llaman diferenciación: “Tener un sentido fuerte de quién eres que te permita equilibrar la tensión inevitable entre el yo y el nosotros en una relación”, comentó Snyder.

Las personas que no están bien diferenciadas tienden a reaccionar con rapidez, dejándose llevar a tal grado por sus emociones que se ven obligadas a alejarse de una situación o suprimir partes importantes de sí mismas a fin de mantener la paz”.

El aporte es el siguiente: si no sabes qué necesitas ni cómo pedirlo, digamos que no importa qué hagas bien en una relación. Esa falta de claridad a menudo puede llevarte al desencanto cuando acabas de enamorarte, pero no siempre es una señal de desastre inminente.

 

“Convertirse en una pareja se trata de lidiar con la decepción”, comentó Snyder. “Si no lo sabes, estás en problemas desde el inicio”.

La forma en la que abordes el sexo con una nueva persona cuando estás buscando avanzar lentamente depende por completo de cómo eres. Para algunos, el sexo muy al principio de la relación puede dar lugar a una sensación de cercanía que facilita el proceso de conocerse. Para otros, es un paso que es mejor dejar para las etapas posteriores.

Sin embargo, independientemente de tu decisión, el punto es que, según los expertos, la estrategia que a ti y a tu nueva pareja les parezca correcta es la que deben llevar a cabo.

Buena parte de la decisión de cuándo tener sexo con alguien tiene que ver con gestionar tus expectativas de lo que ocurrirá con la relación como resultado de abrirse paso en la intimidad física, según Megan Fleming, una terapeuta sexual y de pareja, además de instructora clínica de psicología en el área de psiquiatría de la Facultad de Medicina Weill Cornell, de la Universidad Cornell.

“Si vas a acostarte con alguien, sé lo más claro posible: no pasa nada si no les vuelves a hablar después”, explicó Fleming.

“Si lo que quieres es sexo sin compromiso, no hay problema en apresurarse”, comentó. “Pero si tu meta principal es una relación a largo plazo, tener relaciones sexuales al poco tiempo de conocerse puede ser un intento de echar a andar una relación y hay que reconocer que, la mayoría de las veces, así no es como funciona”.

A pesar de ello, esta es una decisión personal que compete a la relación específica en la que estás. La comunicación abierta y sincera es la mejor estrategia para dilucidar qué les acomoda mejor a ustedes.

 

Es fácil decirte: “Esta vez me lo voy a tomar con calma”, pero las cosas se vuelven más confusas cuando comienzas a soñar despierto y quieres que tu pareja conozca todo de ti en este preciso momento. Sentir que una nueva pareja que de verdad te atrae te pone atención puede ser como una droga y puedes sentirte tentado a hablar sin cesar de todo aquello que te pasa por la mente.

“Este es un periodo de expansión intenso y por eso es lo más natural querer saberlo todo y decirlo todo”, comentó Ian Kerner, psicoterapeuta y consejero sexual en la ciudad de Nueva York.

La clave es revelar partes de ti mismo y de tu historia en el transcurso del tiempo según vaya siendo relevante en un contexto determinado. Espera a que fluya naturalmente con los intercambios normales en lugar de dar a conocer todo lo que hay que saber de ti para que la otra persona entienda quién eres.

Uno de los principales problemas con los monólogos es que se corre el riesgo de inventar (incluso sin darse cuenta) una versión idealizada de uno mismo, con lo que se crean expectativas muy elevadas —pero ficticias— que no logramos aclarar en ningún momento de la relación.

Kerner añadió una pregunta que hay que tener en mente al momento de abrirse al otro: “¿Cuál es la imagen mental que esta otra persona se está creando de mí?”.

En el otro extremo del espectro, si estás saliendo con alguien que no te provoca querer compartirlo todo, esa puede ser una señal de alerta por sí misma.

 

Quizá no haya mucha química entre ustedes si no te mueres de curiosidad por saber todo de esa otra persona, o quizá sea la otra persona la que no quiere saber todo de ti”, explicó Kerner. “O tal vez la otra persona sea una narcisista que solo quiere que la vean, la conozcan, la validen y la afirmen sin que haya reciprocidad. Sin embargo, esperamos que hayas elegido a alguien a quien puedas seguir mostrándole quién eres”.

En toda nueva relación hay un equilibrio constante para saber hasta dónde integrar a esa otra persona en tu vida y a qué ritmo debería hacerse esa interconexión.

“Muchas relaciones nuevas que se desarrollan con éxito parecen seguir un camino de tres pasos”, explicó Kerner; añadió que las distintas fases pueden ser útiles para descubrir cómo equilibrar la retención de la autonomía durante el proceso de la creación de un nosotros.

El primer paso, comentó, suele ser ese “deseo intenso de comunión y una sensación de autoexpansión mutua” o, como la mayoría de nosotros lo conocemos, la fase de la luna de miel que sentimos cuando estamos enamorados. El segundo paso es cuando el péndulo regresa y afirmamos nuestra individualidad un poco más. El tercer paso es, si todo sale bien, cuando los dos pasos previos encuentran un punto medio y ocurre la integración auténtica y saludable.

Ese equilibrio será diferente en cada relación, pero reservar tiempo para uno mismo, los amigos, el trabajo y todo lo demás significa que no tendrás que luchar para recuperar ese tiempo más adelante.

Kerner añadió que puede ser útil pensar en tu nueva relación como un diagrama de Venn, de los que se usan en la teoría de conjuntos.

“Hay una superposición en la relación, pero no dejas de ser un individuo. ¿De qué tamaño debe ser esa superposición?”, preguntó. “La meta es que tengas una superposición del tamaño adecuado sin perder tu individualidad, el equilibrio entre la unión y la diferenciación. Las parejas fuertes están integradas por individuos fuertes y los individuos fuertes suelen reafirmarse con relaciones fuertes”.

Suponer que las relaciones sexuales increíbles equivalen por naturaleza a la posibilidad de un gran amor o que el amor siempre sea un indicador de compatibilidad a largo plazo te conduce a una eterna e innecesaria decepción. Hay ocasiones en las que estas cosas coexisten, pero suele suceder que se den por separado.

“Te haces creer que porque alguien se interesa en acostarse contigo te va a volver a llamar o van a volver a verse”, manifestó Fleming. “Y si eso ocurre, pues qué bueno, pero las cosas no siempre son lo que parecen y, estratégicamente, puede ocurrir que la gente se exponga a un rechazo y a lo que se percibe como una experiencia de abandono, aunque se trate de un extraño”.

Digamos que has sido consciente y estratégico y que has logrado manejar con éxito los aumentos drásticos de dopamina sin dejarte llevar por ellos. Tal vez, contra todos los hábitos a los que te inclinas, has sabido tomarte tu tiempo para crear los cimientos sólidos de una relación floreciente. ¡Genial! El amor en ciernes es divertido y emocionante. Sin embargo, solo porque el inicio de la relación fue tranquilo y razonable no necesariamente quiere decir que encontraste a tu “alma gemela”.

No “des por hecho que la emoción repentina y estremecedora de la intimidad recién descubierta significa que están destinados a pasar la vida juntos”, explica Snyder.

“A fin de saber que es así, necesitarás ver qué tan buenos son ambos para lidiar con los desencantos”, agregó. “Los desencantos son inevitables, así que lo mejor es darlos por hecho. La confianza como pareja se logra dependiendo de cómo enfrenten la decepción”.

Aferrarse a esa idea un tanto contradictoria no es fácil para un cerebro desconcertado por el amor: debes saber que te esperan desencantos, pero que hay que tratar de enfrentarlos con optimismo y verlos como momentos en los que se genera confianza. Tal vez te parezca poco natural tratar de trabajar en algo que en este momento experimentas como un placer.

Pero hacerlo podría significar la diferencia entre construir una relación fortalecida para durar y una que se construye con base en sentimientos explosivos, pero efímeros. Tal vez por naturaleza aceleremos las cosas, pero los tontos son los únicos que no evolucionan.

Jessica Blankenship es escritora y editora que reside en Brooklyn.