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¿Deprimido? ¿Feliz? Tu Instagram lo revela

Los investigadores descubrieron que los participantes deprimidos usan menos filtros de la aplicación y los sanos publican más rostros, entre otras características.

Niraj Chokshi © 2017 New York Times News Service

© Archivo AFP

Miércoles 16 de agosto de 2017

Las fotos que compartes en línea dicen mucho de ti. Pueden servir como una forma de expresión o como registro de un viaje. Pueden reflejar tu estilo y tus excentricidades. Pero pueden comunicar aún más de lo que te has dado cuenta: las fotos que compartes pueden dar indicios de tu salud mental, según un nuevo estudio.

Desde los colores y las caras en sus fotos hasta las mejoras que les hacen antes de publicarlas, los usuarios de Instagram con un historial de depresión, al parecer, muestran el mundo de manera diferente a personas de su misma edad, de acuerdo con un estudio publicado recientemente en EPJ Data Science.

“Los participantes en nuestra muestra que estaban deprimidos tienden a publicar fotos que, en un análisis píxel por píxel, eran más azules, más oscuras y más grises en promedio que las de personas sanas”, dijo Andrew Reece, investigador posdoctoral en la Universidad de Harvard y coautor del estudio junto con Christopher Danforth, un profesor de la Universidad de Vermont.

 

Ambos identificaron a los participantes como “deprimidos” o “sanos” con base en si ellos reportaron haber recibido un diagnóstico clínico de depresión en el pasado. Entonces, ellos usaron herramientas computarizadas para encontrar patrones en las fotos y crear un modelo para predecir la depresión en las publicaciones.

Los investigadores descubrieron que los participantes deprimidos usan menos filtros de Instagram, aquellos que permiten a los usuarios alterar digitalmente el brillo y los colores de la foto antes de publicarla. Cuando esos usuarios usaban un filtro, ellos tendían a elegir uno llamado Inkwell —que elimina el color de la foto al convertirla en blanco y negro—. Los usuarios más sanos tienden a preferir el filtro Valencia, que aclara el matiz del color de la foto.

Los participantes deprimidos eran más propensos a publicar fotos en las cuales aparece un rostro. Pero cuando los participantes más sanos publican fotos con rostros, las suyas tienden a incluir más caras que el promedio.

A pesar de lo reveladores que son los hallazgos sobre las publicaciones de Instagram en específico, Reece y Danforth dijeron que los resultados indican más sobre el futuro de sus técnicas.

Para ser incluidos en el estudio, los participantes tenían que cumplir con ciertos criterios de selección. Tenían que estar activos y tener calificaciones altas en Amazon Mechanical Turk —una plataforma de colaboración masiva de pago que los investigadores usan con frecuencia para encontrar participantes—. Ellos también debían estar activos en Instagram y dispuestos a compartir con los investigadores su historial completo de publicaciones. Finalmente, tenían que compartir si habían recibido o no un diagnóstico clínico de depresión.

De los cientos de respuestas recibidas, Reece y Danforth eligieron a un total de 166 personas, 71 de las cuales tenían un historial de depresión. Ellos recopilaron casi 44.000 fotos.

Los investigadores usaron un software para analizar el tono, saturación de color y brillo de cada foto, así como el número de rostros que contenían. También recolectaron información sobre el número de publicaciones por usuario y el número de comentarios y de me gusta en cada publicación.

A través de herramientas computarizadas, Reece y Danforth descubrieron que entre más comentarios recibiera una publicación, era mayor la probabilidad de que hubiera sido publicada por un participante deprimido. Lo opuesto ocurría con los me gusta: entre más recibían, era menor la probabilidad de que hubiera sido publicada por un participante deprimido. Y los usuarios deprimidos tienden a publicar con mayor frecuencia, concluyeron los investigadores.

“Revelamos mucho sobre nuestro comportamiento a través de nuestras actividades”, dijo Danforth. “Y somos mucho más predecibles de lo que pensamos”.

Niraj Chokshi © 2017 New York Times News Service