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¿Tu cónyuge debe ser tu mejor amigo?

¡Considerar a tu cónyuge como tu mejor amigo es síntoma de una intimidad bien trabajada, de apego y confianza, o es síntoma de que están tan imbuidos en la logística de la rutina diaria que han sacrificado la atracción sexual, la pasión y el juego erótico?

By Bruce Feiler New York Times News Service

© Stephen Crowley / The New York Times

Miércoles 18 de octubre de 2017

La frase se ha vuelto tan popular que ya casi no la escuchamos. “Sigues siendo mi mejor amigo”, escribió Michelle a Barack Obama en una publicación en Instagram para celebrar su vigésimo quinto aniversario de bodas.

En las entregas de premios la frase es común, como cuando Justin Timberlake dijo, no hace mucho tiempo: “Quiero agradecer a mi mejor amiga, a mi colaboradora favorita, a mi esposa, Jessica”. También son muy comunes los artículos acerca de “cómo fomentar la amistad” con tu cónyuge.

 

Como los muertos vivientes, otro oxímoron, los esposos-amigos andan por todas partes en estos días. Quizá se deba al exceso de atención a la amistad en las redes sociales; quizá se deba a la disminución de amistades reales en nuestras vidas o quizá se deba a que todos tenemos acceso a declaraciones públicas de lo que solía ser una relación privada. Sea cual sea el motivo, hablar de tu cónyuge como tu mejor amigo, tu camarada o tu #BFF se ha salido de control.

Se ha salido tanto de control que incluso ya hay un contragolpe: un blog de consejos maritales, por ejemplo, publica el ensayo “Por qué tu cónyuge no debe ser tu mejor amigo”.

¿Entonces de qué se trata: considerar a tu cónyuge como tu mejor amigo es síntoma de una intimidad bien trabajada, de apego y confianza, o es síntoma de que están tan imbuidos en la logística de la rutina diaria que han sacrificado la atracción sexual, la pasión y el juego erótico? ¿El matrimonio se ha convertido en poco más que una amistad con beneficios?

 

Hay algunas investigaciones al respecto. John Helliwell es profesor de la Facultad de Economía de Vancouver, en la Universidad de Columbia Británica, y editor del Informe Mundial de la Felicidad. Mientras investigaba las conexiones sociales hace unos años, descubrió que todos obtienen ciertos beneficios de las amistades en línea y de las amistades de la vida real, pero los únicos amigos que estimulan nuestra satisfacción en la vida son los reales.

“No obstante, aunque los efectos de los amigos reales son importantes para el bienestar de todos”, dijo, “no son tan importantes para los matrimonios como lo son para los solteros. Es así como concebimos la idea de que el matrimonio es una especie de ‘superamistad’”.

 

Helliwell y un colega descubrieron que un estudio realizado durante un largo periodo en el Reino Unido tenía información que podría arrojar un poco de luz sobre el asunto. Entre 1991 y 2009, encuestas como la British Household Panel Survey solicitaron a 30.000 personas que midieran su grado de satisfacción con la vida. En general, dijo Helliwell, las parejas casadas expresaban mayor satisfacción y podían responder mejor a una disminución en el bienestar que la mayoría de las personas experimentan en la madurez, al tiempo que se enfrentan al estrés del trabajo y a las preocupaciones por el envejecimiento de los padres y otras presiones.

Pero una parte completamente separada del estudio solicitaba a los encuestados nombrar a su mejor amigo. Aquellos que nombraban a su cónyuge tenían dos veces más probabilidades de experimentar una mayor satisfacción con la vida. Los hombres tomaban esa decisión con un poco más de frecuencia que las mujeres, afirmó Helliwell, “y es lógico, ya que los hombres suelen tener menos amigos”.

¿Es necesario este sentimiento hacia tu cónyuge para tener un matrimonio exitoso?, pregunté.

“Por supuesto que no”, respondió Helliwell. “Los beneficios del matrimonio son grandes aun para quienes tienen muchos amigos por fuera. Simplemente son mayores para quienes consideran que su cónyuge es su mejor amigo. Es un extra”.

 

Otros no están tan seguros.

Amir Levine es psiquiatra, neurocientífico de la Universidad de Columbia y coautor de Attached. Como estudiante de relaciones sociales, Levine explicó que todos tenemos lo que él llama jerarquía del apego, que significa que si nos sucede algo malo tenemos una jerarquía de personas a quienes llamar. Durante nuestros primeros años, aquellos que están en los puestos más altos son, por lo general, nuestros padres y otros miembros de la familia.

“El problema, a medida que envejecemos, es ¿cómo nos acercamos a alguien que básicamente es un completo extraño?”, comentó. “La naturaleza nos creó con un trampa llamada atracción. La atracción sexual derriba todas las barreras, permite que te acerques a una persona desconocida de una forma física muy distinta de cómo te acercarías a tu familia”.

Con el tiempo, por supuesto, esta conexión física mengua. Mientras que algunas personas se lamentan por esta pérdida de emoción, Levine la celebra. “Es muy inteligente”, señaló. “Si te vuelves loco por la otra persona todo el tiempo, ¿cómo vas a criar a tus hijos? ¿Cómo vas a trabajar?”.

En lugar de quejarnos, debemos considerar esta nueva etapa como un logro: “Bueno, ahora tengo a esta persona a la que estoy unido. Tengo esta sensación de seguridad. Eso es lo que me permite ser un individuo de nuevo y autorrealizarme”.

 

Es este sentimiento de seguridad, dice Levine, el que nos lleva a describir a nuestros cónyuges como “amigos”. Pero el uso de ese lenguaje no es del todo correcto, afirma. En primer lugar, las parejas aún necesitan lo que él llama “sexo de mantenimiento”, porque este restablece la cercanía sexual y renueva el apego.

En segundo lugar, el término “amistad” es “una decepcionante representación de lo que ocurre”, dice. “Lo que la gente quiere decir básicamente es: ‘Estoy en una relación segura. Estar cerca de mi pareja es muy gratificante. Confío en ella. Está ahí para mí de una manera tan profunda que eso me permite tener el valor de crear, explorar e imaginar’”.

Levine resume este sentimiento con el (raro) acrónimo Carrp: que significa que tu pareja es congruente, a tu disposición, receptiva, responsable y predecible. Pero ¿no tenemos ya las palabras “esposo” y “esposa” que cumplen con esa definición?, pregunté. ¿Por qué de pronto comenzamos a utilizar la expresión “mejor amigo”, cuando ese término no parece encajar del todo?

“Porque no todos los cónyuges son así”, respondió, “y de este modo evidenciamos que no lo damos por sentado. Lo que probablemente deberíamos decir es ‘Cónyuge seguro’”.

Y hay un problema más con decir que tu cónyuge es tu mejor amigo: ambas palabras significan cosas totalmente distintas.

Peter Pearson y Ellyn Bader son fundadores del Couples Institute en Menlo Park, California, y autores de Tell me no lies. También han estado casados por más de treinta años. Pearson asegura que hay una diferencia crucial entre un mejor amigo y un cónyuge. “Uno de los criterios para ser mejores amigos es que sientan que se aceptan incondicionalmente”, aseveró. “¿Me preocupa que mi amigo Mark sea desordenado en la cocina, que deje su baño hecho un desastre o que no pague sus impuestos?”.

Pero con un cónyuge, dijo, no puedes evitar esos temas.

Bader afirma que, cuando las parejas están conociéndose, a menudo se describen como compañeros, y eso le parece bien. Cuando las parejas llevan treinta, cuarenta o cincuenta años juntas utilizan un lenguaje similar, lo cual puede ser síntoma de una relación sana.

“Los que no son ni una cosa ni otra, cuando usan el lenguaje de la amistad, son como una patada en el hígado”, dijo Bader. “Es una señal de alarma por la cantidad de conflictos y de intensidad que buscan evitar. A menudo significa que se han rendido ante la complejidad de estar con alguien más. En lugar de decir ‘Bueno, así son’, sería mejor que intentaran resolverlo”.

Bader asegura que le gustaría que las revistas populares desafiaran la noción de que no deberías casarte para cambiar a nadie. “Creo que de eso se trata el matrimonio”, agregó. “Es la sal y la pimienta, así es como también sacas lo mejor de la persona con la que te casaste”.

Un buen matrimonio, dice, es cuando las personas “se presionan, se desafían y se alientan mutuamente y, sí, también cuando se cambian mutuamente”.

Al preguntarles si son mejores amigos, rieron. “Somos buenos amigos”, afirmó Pearson.

“Muy buenos amigos”, añadió Bader. “Él es muchas cosas que mi mejor amigo no es, pero mi mejor amigo es muchas cosas que él no es”.

Y quizá de eso se trata: decir que la persona con la que te casaste es tu mejor amigo podría ser una forma de abreviar que realmente quieres a tu cónyuge y que han compartido su historia, su vida y sus sueños. Pero al final, la expresión no le hace justicia al significado del matrimonio en su totalidad ni al significado de la amistad en su totalidad. Después de todo, si tu cónyuge es tu mejor amigo, entonces ¿con quién te quejas de tu esposo?

Bruce Feiler es autor. Su más reciente libro es “The First Love Story: Adam, Eve, and Us”. “This Life” se publica de forma regular.