Los lunares son tumores benignos de la piel, que comienzan a aparecer en la etapa preescolar hasta la adolescencia, a diferencia de los que están presentes desde el nacimiento. Pese a parecer ser inofensivos, éstos deben ser revisados periódicamente, ya que podrían transformarse en un grave problema para la salud.
“Los lunares que crecen producto del sol, pueden ser lesiones malignas que se originan de lesiones pigmentadas ya existentes. Se conocen como melanoma, un tipo de cáncer de piel que es bastante agresivo si no se pesquisa tempranamente y que, en sus etapas iniciales, puede tener una apariencia similar a la de los lunares adquiridos benignos”, explica la dermatóloga de Clínica Santa María, Dra. Irene Araya.
Pero, ¿cómo diferenciar un lunar sano de uno cancerígeno? La especialista explica que podemos recurrir a un método simple de examinación, denominado el ABCDE de los lunares. Este consiste en 5 características de la mancha a las que debemos estar atentos.
“Cuando los lunares cambian de tamaño, color, forma y presentan dolor o picazón deben ser evaluados inmediatamente, debido a que se podría tratar de melanomas. Así también los lunares grandes que son expuestos al sol y tienen contornos irregulares con bordes difusos, tienen mayor posibilidad de ser malignos”, asegura la especialista.
El ABCDE
A de Asimetría: Un lunar benigno debe ser siempre simétrico, de forma oval o circular.
B de Borde: Los bordes deben ser siempre regulares y el pigmento en su periferia está bien delimitado.
C de Color: Los lunares sanos no cambian de color. Debes consultar si ves alguna mancha marrón, roja, azul o negra en tus lunares.
D de Diámetro: Si tu lunar mide más de 6 milímetros de ancho, acude al médico.
E de Evolución: Que un lunar cambie de tamaño, color, grosor o forma es motivo de consulta.
¿Cómo cuidarse?
“El daño producido en la piel por fuentes naturales de radiación ultravioleta (sol) o fuentes artificiales (solárium) es a largo plazo, pero puede tener una incidencia directa en la aparición de cáncer. Por lo tanto, si una persona se expone al sol, debe proteger su piel usando todas las medidas disponibles de fotoprotección, especialmente aquellas áreas en que presenta lesiones pigmentadas”, explica la Dra. Araya.
Es fundamental evitar exponerse al sol entre las 11 de la mañana y las 16 horas, ya que es durante este período en el que los rayos ultravioleta son más peligrosos.
En el caso de los niños, hay que cuidarlos con filtros solares, sombreros, poleras y anteojos y toda otra medida de protección disponible para que la exposición sea lo menos dañina posible.