Los vecinos de Renca y otras comunas del centro de nuestro país se prepararon con semanas de anticipación para la festividad religiosa de Cuasimodo, la fiesta más antigua de Chile.
Algunos, los más detallistas, tardaron meses en confeccionar sus trajes y preparar la decoración de sus carruajes.
Jóvenes y niños de todas las edades revitalizan esta costumbre. Alejandra Hernández tiene 23 años y hace cuatro que participa. Lo hace para honrar a sus seres queridos que ya partieron. "Están todos entusiasmados, nos une como familia, en espíritu y en fe", explica.
A caballo, en carreta, en camioneta o en bicicleta, fueron muchos los que se sumaron este año. El galope de los equinos y las campanas anuncian el comienzo del Cuasimodo, una tradición que se arrastra desde el siglo XVI y se realiza en distintas localidades de la zona central, el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.
Es la única vez en todo el año en que la eucaristía sale de las parroquias para ser llevada a enfermos y ancianos postrados. Casas decoradas de blanco y amarillo son las que esperan el arribo de sacerdotes y cuasimodistas.
En Peñalolén y Paine también esperaron desde muy temprano la comunión.
Una festividad que con los años ha ido sumando más adeptos y que hace que una tradición esté más viva que nunca y que rescata nuestro folclore llevando fe y esperanza.