A primera hora del lunes, el nombre de Jorge Gonzálezaparecía dentro de los nombres confirmados del festival Primavera Fauna, programado para el 24 de noviembre en Espacio Broadway. El anuncio se hizo oficial en un comunicadoenviado por la productora encargada y además, detallaba que el ex líder de Los Prisioneros reviviría íntegramente el disco “Corazones” (1990), donde González mostró su inclinación hacia lossintetizadores en una brillante colección decanciones de (des)amor. Era una gran noticia.
Pero en menos de 24 horas, el nombre de Jorge González estaba vinculado a otro festival.Desmentidos y disculpas por un lado. Aclaraciones y confirmaciones por el otro,terminaron por dejar el nombre a González como el primer nombre anunciado parael festival Maquinaria programado para el 10 y 11 de noviembre en el Club de Campo Las Vizcachas.
Sin duda, una carta desafortunada de la gente tras PrimaveraFauna. En la mesa queda la lección de no anunciar un númeroque no está firmado, porque eso puede empañar el nombre del artista en cuestióny restarle credibilidad al productor, pero detrás de todo esa teleserie, esta disputa pública por unartista entre dos festivales, nos recuerda lo saludable de nuestracartelera.
En los últimos 10 años, la industria del espectáculo enChile, ha vivido una explosión donde el gran ganador es el público al tener laposibilidad de enfrentarse a una inmensa cantidad de música en vivo de calidad,inimaginable hace no mucho tiempo atrás. Se ha hecho costumbre recibirfestivales que replican el modelo de los grandes eventos musicales que ofreceel primer mundo. Varios escenarios, largas jornadas, artistas de gran nivel yentretenciones anexas a la música, son parte de los atractivos que ofrecenestos eventos.
Este año arrancó con la segunda versión de Lollapalooza y ya hay importantes anuncios para lo queserá su edición 2013. Más allá de las disputas, en los próximos días, PrimaveraFauna completará un cartel que lidera Pulp, una leyenda del brit pop que vienea debutar a Chile. Al mismo tiempo, Maquinaria anunciará sus artistas para losdos días de un evento que, además, ofrecerá la posibilidad de acampar en elrecinto de Las Vizcachas. Lo mismo se podrá hacer en Mysteryland (14, 15 y 16 de diciembre, Picarquín),festival electrónico que se suma al ya establecido Creamfields (9 de noviembre, Espacio Riesco).
Está claro: la oferta es amplia y obliga a que las producciones sean cada vezmás profesionales. Ya no basta con asegurar la presencia de buenos artistaspara armar un festival. La gente exige que las promesas se cumplan y queademás, vengan de la mano con un entorno limpio, personal de seguridad suficiente,buenos accesos y sonido de calidad. Porque el público hoy tiene referenciaspara comparar y exigir lo que paga, que por lo general, no es poco.