Tenía que recuperar terreno. Habían pasado cuatro años de “Hard candy”, esa aventura donde Madonna convocó a los más exitosos productores de hip hop para sumarse a la tendencia imperante. Entre medio, le salió gente al camino. Lady Gaga fue el mejor ejemplo de cómo agarrar las virtudes del modelo original y amenazar con superarlo. Muchos la jubilaron, pero ella, madre de tantas imitadoras, tenía el plan perfecto para recuperar su corona.
Desde el título “MDNA”, estratégicamente diferenciado de una letra de la sigla del éxtasis, Madonna reaparece mostrando la habilidad que la hizo despegar hace casi 30 años. Este no solo es su disco de regreso, es también la muestra de que a sus 53 años, todavía puede llevar con gracia su manoseada chapa de reina.
“MDNA” muestra a Madonna abrazando lo que mejor hace: unir electrónica con baile en canciones de estructura simple, coros pegajosos y arreglos complejos en recursos electrónicos combinados en su justa medida, sin llegar a la saturación.
“Gang bang” entrega oscuridad de la pista de baile, “Turn up the radio” ofrece una fibra irresistible de pop bien logrado y “Superstar” deja esos coros que se quedan en el inconsciente desde la primera escucha. Son los hits indiscutidos de una jugada de alto nivel que encuentra el matiz en la eficaz balada “Masterpiece” y que la devuelve al lugar elevado desde donde mira a esa nueva camada que regularmente tributa alguno de los capítulos de su influyente manual pop.
