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Las diez imperdibles experiencias que debes vivir en Santiago antes de morir

Montañas, cerros, marchas y otras cosas tiene esta ciudad, la que te invita a vivir estas 10 experiencias.

24Horas.cl Tvn

Viernes 16 de octubre de 2015

Santiago es una ciudad atractiva.

Para muchos la "selva de cemento" tiene cientos de lugares ocultos que se pueden disfrutar para pasear, conocer o simplemente compartir.

Montañas, cerros, lindos paisajes y calles tiene esta ciudad, pero también tiene marchas, micros y otras cosas que todo aquel que ronde por la ciudad debe conocer.

En este periplo por Santiago, nuestros amigos de CIVICO.com nos hacen una invitación a descubrir las 10 cosas que no puedes dejar de hacer en la capital.

1.- Visitar el Embalse El Yeso

Es probablemente el lugar más hermoso de Santiago: natural, poco intervenido, mágico.

A 45 minutos en auto uno puede llegar desde el centro de la ciudad hasta este verdadero santuario. Durante todo el año es hermoso, pero en invierno puede ser una experiencia sencillamente inolvidable. El frío, eso sí, es algo que no puedes ignorar, así que si vas -porque no lo conoces- la recomendación es ir bien abrigado.

En el caso de visitarlo con mejor clima, el bloqueador es indispensable ya que a 2.500 metros de altura el sol pega fuerte.

 

Si eres de los valientes, la experiencia puede ser mejor. Báñate en aguas con temperatura bajo cero y apréstate a vivir un shock de vitalidad. Si no has ido, hazlo. Tu vida será mejor y apreciarás vivir tan cerca de ese lugar.

Dentro del mismo ítem -y no tanto-, otra experiencia básica para vivir esta ciudad es subir un cerro. Sea cual sea. El Renca, el Blanco, San Cristóbal, el Santa Lucía. Es que vivimos tan cerca de ellos, que no disfrutar de la belleza de sus vistas sería un completo desperdicio.

 

 

2.- Celebrar un triunfo en Plaza Italia

¡Qué alguien diga que no es emocionante! Aunque no seas parte de la vibrante masa, al menos al pasar por ahí se vive la euforia del triunfo. Porque sí, ganar en Chile es una cosa que recién estamos aprendiendo.

Antes era una rareza, algo a lo que definitivamente no estábamos acostumbrados. Por eso, en esta transición que vivimos en términos deportivos, es mejor que lo hagas ahora, antes que nos acostumbremos.

 

3.- Pasar la caña en el mercado el 1 de enero

Es una postal típica.

Cada 1 de enero los santiaguinos inauguran el año -casi como un ritual para la prosperidad de los meses que se avecinan- sirviéndose un plato de mariscos o chupe de jaiba, mariscal y paila marina, entre otros. Si al menos un nuevo año lo recibiste en el Mercado Central (o sea cual sea el equivalente en tus barrios), todos los que siguen habrán valido la pena.

 

4.- Intervenciones callejeras masivas en Santiago a Mil

Durante un mes Santiago se viste de teatro y de paso, de intervenciones callejeras masivas, artísticas, inclusivas y en donde el público da vida a una ciudad absolutamente veraniega.

La Pequeña Gigante, Las Ruedas de Colores, Les Giraffes, entre otras, han sido espectáculos que han congregado al público en calles, generando verdaderos carnavales familiares y fiestas ciudadanas mágicas, que convierten a adultos en niños e invitan a soñar otra vez. Un imperdible.

 

5.- Ir a una marcha en la Alameda

Nos gusta marchar, desde siempre. Es parte de lo que somos: hoy nos enervan las injusticias, las constituciones pendientes, la corrupción, la calidad de la educación, el sistema de salud, que aún esté penalizado el aborto, que la comunidad LGBT aún no sea aceptada, etcétera.

Todo es un potencial tema para el reclamo masivo e indignado. Entonces vivir una marcha, sea cual sea la motivación que defiendas, puede ser toda una experiencia. Porque acá no nos quedamos con la gran caminata, sino que lo acompañamos con cantos, intervenciones, buena onda y, si nos dan permiso, nos tomamos buena parte de la Alameda.

Vivir en Santiago y no experimentar el guanaco, sea por tener una participación activa o pasiva dentro del evento social, es como faltarle el respeto a lo que somos. Si nadie dice que te conviertas en esos que van a todas, pero al menos, una vez para contarle a los nietos y por una causa que te haga sentido, en CÍVICO creemos que vale la pena.

 

6.- Pasar un terremoto en Santiago y vivir para contarlo

Es parte de lo que somos como nación. Y aunque nos gustaría que no causara tantos estragos cuando sucede, nos conforma y de alguna manera nos ha forjado el carácter sísmico que tenemos hoy por hoy.

Porque sí, pasarán los 5,9, los 6,2, los 6,9 e incluso los 7, y más bien nos parece un remezón fuerte, “pero no es para tanto”, decimos. Es que es cierto, acá nos han azotado los 8,2 y sí que nos ha bailado el esqueleto. Y aunque en ese momento pensamos que el mundo se iba a acabar, no fue así y le seguimos dando.

Si tiembla, vívelo, y no entres en pánico, porque de seguro has sentido (o sentirás) unos mucho peores.

 

7.- Quedarse dormido en una micro (y pasarse)

Pasaba más en las amarillas, pero ahora pasa igual.

Santiago y su sistema de transportes se destaca en eso de crear grandes trayectos que cruzan la ciudad de norte a sur y de oriente a poniente.

Es que acá se da eso de vivir en Maipú y trabajar en Lo Barnechea, o dormir en Puente Alto y pitutear en Quilicura. Es algo que tenemos incorporado desde la prehistoria de la ciudad.

Como sea, siempre habrá un trayecto que te deje a pocos pasos de tu hogar y un asiento, más bien duro, pero igualmente efectivo, que te reciba para que te pegues un tutito.

Pero la experiencia no acaba ahí. No. Mucho más santiaguino es cuando nos pasamos de largo gracias a la efectividad de Morfeo. Cuando nos teníamos que bajar en Independencia y terminamos en Huechuraba. ¿Clásico o no?

 

8.- Nieve también en Santiago

Es raro, casi nunca pasa, pero ha habido contadas ocasiones en que el clima nos ha sorprendido.

¿Ver caer nieve en comunas como Conchalí o Estación Central? “No, nunca”, dirían los más jóvenes. Pero sí, ha pasado y ha sido hermoso. Es que no estamos acostumbrados, entonces cuando pasa, sacamos fotos, hacemos monos de nieve y lo disfrutamos intensamente.

Para muchos ha sido el primer acercamiento a la gélida masa blanca, incluso antes de Valle Nevado o la Parva. Todo eso nos parece tan lejano, tan poco accesible y sin embargo hay veces en que la displicente y esquiva nieve nos ha visitado en la puerta de la casa.

Foto: Valentina Collao

 

9.- Tomar donde no debes (Parque O’Higgins e Intercomunal)

Otra experiencia muy típica del Gran Santiago es tomar un copetito en algún parque de Santiago.

Sabemos que no se puede, que no es lo correcto, pero hay veces en que sí pasa. Sobre todo en marzo, cuando las universidades dan inicio al año académico.

Borrachines y curadas por ahí dando caldo en lugares como el Parque O’Higgins o el Intercomunal se convierten en postales no tan bellas, pero clásicas de nuestra capital cuando la temperatura acompaña.

 

 

10.- Que te siga un quiltro

Es un honor. Deberían estar en el escudo junto a Gary.

Los quiltros en Santiago, aunque reflejan el descuido de los humanos, son parte del inventario de la ciudad. Y aunque las políticas públicas deberían incentivar su cuidado, lo cierto es que más de alguna vez nos ha tocado que un cachupín nos siga, nos defienda, e incluso, nos lleve hasta la puerta del hogar. Es que son lo máximo.

A veces nos acompañan cuando estamos solas y con un solo cariño, mirada de aprobación o la más rotunda indiferencia se aferran a ti para acompañarte hasta la puerta del hogar.