Turistas que observaban delfines en la Bahía de Sanniang, provincia china de Guangxi, fueron testigos de una rara escena en pleno mar. Mientras paseaban en una lancha tratando de avistar delfines, vieron a uno que nadaba empujando un extraño bulto.
Al acercarse vieron con claridad de qué se trataba, y se conmovieron. Era un delfín salvaje que nadaba con el cuerpo de una cría, de un tamaño cercano al metro y medio de largo, tratando de mantenerla a flote.
La cría tenía una herida de unos 30 centímetros en su vientre y estaba muerta. Su piel rosada indicaba que era un recién nacido y que probablemente era su madre la que trataba de sostenerlo.
"El mar estaba agitado cuando vimos a los delfines. La cría se hundió unas siete u ocho veces en las olas agitadas, pero la madre delfín se la volvía a acomodar en su aleta dorsal”, dijo un pescador testigo de la estremecedora escena.
El pequeño delfín había muerto unos dos o tres días antes, pero su madre aún permanecía con él. "Al igual que los seres humanos, los delfines también tienen sentimientos. El amor de una madre es noble y conmovedor", dijo el pescador.