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Por sus gustos (dicen) los conoceréis

Pablo Márquez realiza un analogía sobre los diferentes tipos de fanáticos de la música.

Pablo Márquez

Miércoles 13 de junio de 2012

Lodijo Lou Reed y los metaleros de todo el globo se oxidaron de pura rabia. “Losfans de Metallica tienen el cerebro de una ardilla”, espetó el hombre de “Walkin the wild side” y su frase dio la vuelta al mundo como una estaca directa alos corazones protegidos con chaquetas de cuero negra. Claro, se refería a lascríticas, duras y constantes, que ha recibido por el disco "Lulu", una obra conceptual bien difícil de digerir que el hombre lanzóhace un par de meses con la colaboración de los rockeros de Los Ángeles.

Ciertoo no, porque de todo hay en la viña de la música, lo claro es que la feligresíadel otro lado perfectamente puede atacar de vuelta diciendo que los seguidoresdel ex Velvet Underground son unos huraños engreídos que piensan que el mundogira sólo en torno a ellos mismos. Los pueden acusar también de pretenciosos,de intelectualoides de postal y, no me digan que no, de falta de autocrítica.

Porquesi las bandas y los solistas tienen virtudes, los defectos también se traspasana los fanáticos que respiran día a día por su estrella de turno. Existen variasencuestas, incluso, que han tratado de catalogar a la audiencia según lapersonalidad de los artistas que siguen. ¿Por sus gustos los conoceréis? Pareceque sí, aunque aquí no hay certezas sino puras vísceras. Prejuicio puro.

Alos fanáticos de U2, entonces, se les cataloga como megalómanos que se sientendueños del mundo y que creen que una palabra suya bastará para sanar cualquierproblema. ¿Los de Kiss? Tipos infantiles y livianitos que están seguros de que lafelicidad es una canción de rock. ¿Los que idolatran a Rush? Pretenciosos ymiopes, que no ven que el mundo hace rato dejó de ser un crucigrama. ¿Y losincondicionales de Madonna? Ah, gente que no asume que los años pasan y que yano son los coléricos tonificados de antes.

Así,suma y sigue. A los fans de Michael Jackson se los acusa de inmaduros, tantocomo a los de Justin Bieber y a los de toda la tropa Disney (claro que aquí,convengamos, la cosa en medio obvia). ¿Beatlemaníacos a morir? No miran alfuturo y la nostalgia los apolilla. ¿Y si me mata The Cure? Bueno, hablamos detrasnochados de una bohemia tan sobrevalorada como los años ‘80.

Eneste mundo en que todo se mide, donde un ranking es ley, los números no siemprellevan la mochila de la actitud. Esa se tasa en otro mercado y la cosa aquí essin llorar. ¿No están de acuerdo con este divertimento simpático? Claro, seguro que son admiradores de Oasis y se creendueños de la verdad.