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¿Qué hacer si te llama el Papa?

Muchos piensan que se trata de una broma, pero no. Jorge Bergoglio mantiene la costumbre de llamar por teléfono a los fieles y tú podrías ser el siguiente. Aquí, qué hacer si te llama el Papa.

Diego Valdes

Sábado 24 de agosto de 2013

A esta altura de su pontificado, para nadie es un misterio que el Papa Francisco busca estar lo más cerca de las personas.

Y una de sus actividades favoritas, es la de llamar por teléfono y conversar directamente con los fieles. Y pese a que él nunca se ha referido públicamente al tema, durante los últimos días varias personas en todo el mundo han dado cuenta de estos llamados sorpresa.

Esto fue lo que le paso a Stefano Cabizza, un joven italiano de 19 años que le había dejado una carta en una casa de playa de los papas, donde Francisco había estado el pasado 15 de agosto.

Así, la conversación con Stefan se suma a otras que han salido a la luz pública: al quiosquero en Buenos Aires para cancelar su cuenta, a varios fieles reunidos en vigilia en la catedral, a amigos en el día de su cumpleaños, entre otras personas "comunes y corrientes".

Teniendo esto en cuenta,  con una cuota alta de humor, el periodista Italiano Beppe Severgnini (autor de varios libros relacionados a deporte), publicó un pequeño manual, para no sucumbir ante el nerviosismo en caso de recibir la inesperada llamada.

Acá te dejamos los consejos de Severgnini:

A. El papa Bergoglio es quizá la última persona que llama a un número fijo. Por lo tanto, si suena el teléfono de casa, prepárense.

B. Aunque el Santo Padre proponga el tuteo, agradézcanle pero manténganse en el clásico "usted". Eviten ir más allá: llamarlo Fran o Paco es inoportuno; exclamar ¡Su Santidad! es una obviedad; caer en apelativos complicados y/o académicos -"Sumo", "Magnífico", Mega-galáctico"- es grotesco.

C. Escuchar, antes de hablar. No introduzcan argumentos. Si la conversación girase sobre su Argentina natal, pregúntenle al Papa cómo se portaron sus compatriotas cuando recibió al seleccionado de fútbol (caóticamente, la delegación era tres veces mayor a lo permitido). Ya que están pregúntenle, con tacto, que le pareció Ezequiel Lavezzisentado en el trono pontificio.

D. No tengan miedo de ser normales: la ligereza es un don. Si el papa Francisco quisiera enojarse, hubiera  llamado a un ministro.

E. No le hable de los problemas recientes en el Vaticano: él no tiene la culpa y, ciertamente, ya ocupan muchos de sus pensamientos. Si la charla derivase a los animales, prohibido hablar de "cuervos".

F. El papa Francisco tiene sentido del humor. Díganle que eso es una bella cosa, porque la ironía es hermana de lamisericordia: permite sonreír y perdonar las imperfecciones del mundo.

G. Denle saludos para Benedicto, eso le gustará.

H. No pidan nada práctico: el Papa es un hombre importante, pero no es un asesor. Si buscan recomendaciones, permisos, concesiones y facilidades, el Pontífice se arrepentirá de haber llamado a un italiano y deshabilitará el prefijo 39.

I. No terminen ustedes la conversación. Dejen que sea el Pontífice el que decida cuándo despedirse. Si la 'mamma', la mujer o el marido, desde la cocina, gritan: "¡Vamos, moviéndose, ya está la comida, colguemos ese teléfono!", ignórenlos. Luego, sirviendo el vino, digan: "Los saluda el sucesor de Pedro. ¿Qué hay de rico esta noche?".