La gran mayoría de los artistas quieren ser populares pero muy pocos se atreven a reconocerlo, quizás por miedo al fracaso. Manuel García quería ser popular y lo reconocía desde sus inicios, en tiempos de mucho prejuicio, donde trazarse ese objetivo era, para muchos, sinónimo de venderse. Lo intentó sin éxito con su banda Mecánica Popular. Lo siguió intentando en un camino solista que fue creciendo a fuego lento, como se cocinan los fenómenos sólidos.
Manuel García no sonaba en las radios, no estaba en televisión, ni salía en los diarios. Estaba con la gente. Tocaba en eventos donde los únicos rostros eran los de personas comunes y corrientes. No había cámaras. Había cada vez más gente conectando con un músico hablando desde un lugar tan chileno como la familia Herrera de “Los 80”. Había un tipo hablando desde canciones simples en un formato familiar para el pueblo chileno como el del trovador estilo Silvio Rodríguez.
Manuel García siguió un camino ascendente que el año pasado lo tuvo repletando un Teatro Caupolicán y dándose el lujo de renunciar a la vitrina de Lollapalooza por considerar que la oferta económica no era lo que merecía. Un espiral que en estos días lo tiene lanzando "Acuario", su disco más moderno; y celebrando el récord de anotarse con una serie de tres shows consecutivos en el Caupolicán.
Meses antes, estuvo en el Festival de Viña, bajando del escenario de la Quinta Vergara con todos los trofeos, después de leer un discurso que escribió en su camarín. Ese momento fue noticia por incomodar a la alcaldesa de Viña del Mar, cuando se dirige al Presidente de la República, diciendo que mucha gente lo está pasando mal en el país. Entonces, también dijo que venía de un lugar lejano llamado Cerro La Cruz en Arica y que era un tipo afortunado al que los sueños se le cumplen... Manuel García es popular.