¿Qué bella palabra sale de tus labios cuando te golpeas en el dedo del pie contra el velador? ¿O cuando ese objeto que estabas tratando de arreglar súbitamente se quiebra, terminando con cualquier posibilidad de ajuste?
Si pensaste inmediatamente en algo más fuerte que un "¡Maldita sea!" o un "¡Constitución!", quizás compartas un rasgo con el resto de aquellos que son propensos a los garabatos.
Una investigación en que estuvo involucrada la Universidad de Cambridge, y que fue publicada en la web Social Psychological and Personality Science, concluyó que hay una característica que compartirían quienes usan más groserías: la honestidad.
El estudio analizó las respuestas de 276 personas en laboratorio y 73.789 usuarios de Facebook a los que se les pidió declararse "de acuerdo o en desacuerdo" con una serie de declaraciones sobre sí mismos.
Después se les solicitó hacer una lista con sus garabatos favoritos.
Cruzando dicha información, los especialistas encontraron una relación positiva entre quienes disfrutaban de decir improperios y aquellas personas que no trataban de ocultar rasgos de sí mismos.
"Lo profano se asoció con mentir menos y encubrir menos a un nivel individual y con una mayor integridad en un nivel social", indica el estudio, citado en The Independent.
Claro que los mismos responsables del estudio aclaran que lo que se encontró fue una relación, no una causalidad. Además, es probable que algunos sujetos encubrieran sus respuestas.
Finalmente, los autores explicaron que en las declaraciones no se preguntó respecto a conductas como deshonestidad extrema o fraude.