Holly, una gata de raza tortoiseshell de cuatro años, realizó un increíble viaje de más de 300 kilómetros. ¿La razón? extrañaba a sus dueños, de los cuales fue separada a principios de noviembre en Daytona Beach, Florida.
"Las almohadillas de sus patas estaban sangrando, sus garras muy desgastadas, las frontales están muy afiladas, mientras que las de atrás son casi inexistentes". Señaló Jacob a The New York Times.
Dos meses después, en vísperas de año nuevo, Jacob y Bonnie Ritcher, encontraron en el patio trasero de la casa de familiares, en West Palm Beach, a la débil gata.
Los científicos, del Instituto de Antrozoología de Bristol, al conocer el caso, se encontraron escépticos de que un gato pudiera recorrer tan larga distancia por lo que citaron a la pareja y le preguntaron: "¿Están seguros que se trata del mismo gato?"
A lo que los Ritcher respondieron que hace meses le habían implantado un chip a Holly, lo que les permitió comprobar científicamente que se trataba de su gata.
"Creo de verdad en estas historias, pero son difíciles de explicar" señaló Marc Bekoff, ecologista experto en comportamiento de la Universidad de Colorado. "Quizás es inteligencia callejera, quizás puede leer autos, quizás es una buena cazadora. No tengo datos al respecto".