El fotógrafo y biólogo Paul Nicklen fue el responsable de captar una imagen que ha impactado al mundo. Un oso polar moribundo que buscaba desesperadamente comida.
El profesional se dedica a documentar a los osos polares en el Ártico, por lo que viajó a Baffin, en el Ártico canadiense, para realizar una más de sus expediciones.
Fue en ese lugar cuando frente a su lente apareció un oso polar famélico, agotado, que apenas se podía mantener en pie. El animal se había movido de su hábitat natural y desplazado para buscar comida entre restos humanos algo de comida.
“Fuimos a mi lugar favorito, donde siempre he sido capaz de encontrar osos que vagan alrededor del hielo durante todo el verano. Sin embargo, en esta ocasión no encontramos ningún hielo marino y no encontramos osos vivos. Todo mi equipo estaba luchando contra las lágrimas y sus emociones mientras grabábamos a este oso moribundo. Así es cómo se ve el hambre: los músculos se atrofian, sin energía. Es una muerte lenta y dolorosa. Cuando los científicos dicen que los osos polares se extinguirán en los próximos 100 años, pienso en la población mundial de 25.000 osos muriendo de esta manera. La simple verdad es esta: si la Tierra continúa calentándose, perderemos osos y ecosistemas polares enteros”, reflexionó Nicklen al describir la triste escena que filmó.
El oso polar es una de las especies que está siendo más castigada por los efectos del creciente deshielo en el Ártico y de acuerdo a varias investigaciones el futuro de la especie está en serio riesgo. De hecho, existe un 70% de probabilidades de que su población caiga un tercio en los próximos 40 años.
Esto ocurre porque los osos polares necesitan de hielo para sobrevivir, el que está en retroceso en el Ártico, volviéndose cada vez más delgado. Así, a fines del 2016, la superficie helada del Ártico era de poco más de 9 millones de kilómetros cuadrados, unos 2 millones por debajo de la media registrada en igual período entre 1981 y 2010. La principal disminución fue de unos 50.000 kilómetros cuadrados y se registró en el mar de Barents, una zona del Ártico al norte de Noruega, Finlandia y el oeste de Rusia.
Las razones de este fenómeno se deben a las temperaturas elevadas, vientos provenientes del sur y un océano más cálido.
“Lo que hemos visto con estas imágenes que quiebran el alma no es más que el triste recordatorio de que se necesitan acciones urgentes para detener una debacle ambiental que no solo está diezmando a osos polares, sino que está amenazando a especies de todo el planeta”, señaló Matías Asun, director de Greenpeace.