Este 26 de diciembre se liberarán los resultados de la Prueba de Selección Universitaria y los miles de jóvenes que rindieron los test podrán cotejar si sus puntajes "les alcanzan" para optar a las carreras que tenían planeadas.
Más de alguno se llevará una sorpresa con resultados más altos o más bajos de lo que esperaban, lo que puede ser desconcertante si no se tenían "planes B" a la mano.
El académico de la Escuela de Psicología de la Universidad de Los Andes, Nicolás Labbé, entrega algunos consejos para aquellos que esperaban mejores resultados y deben lidiar a la vez con la frustración y la necesidad de tomar una decisión en base a este cambio inesperado.
El especialista añade que la frustración se puede manifestar "de manera ansiosa y anímica", incluyendo desánimo, irritabilidad, ganas de estar solo e incluso rabia.
"Si (estas conductas y sensaciones) se mantienen durante un mes hay que estar atentos, ya que pueden afectar otras áreas de la persona, como la autoestima", indica.
Los consejos
Para el psicólogo lo principal es comprender que la sensación de frustración en sí misma no es mala y que "es parte de un proceso que se debe afrontar".
Luego, plantea el dimensionar las expectativas que se tenían del proceso. Sugiere hacerse preguntas como: "¿Cuánto me preparé este año? ¿quizás no le di el tiempo suficiente? Si me preparé adecuadamente, ¿me puse nervioso? ¿faltó profundizar en algún área?" y, además, evaluar si los objetivos eran muy difíciles o si eran alcanzables.
Otro consejo clave es no compararse con otras personas, sino que con uno mismo. Nicolás Labbé manifiesta que "no todos tenemos las mismas capacidades, o facilidades". Además, recomienda abrirse a ver nuevas alternativas.
El especialista recomienda que, cuando se pueda pensar "más en frío" los futuros estudiantes se cuestionen si la carrera que evaluaban realmente es la opción que desean. "¿Me veo en el futuro disfrutando mientras la ejerzo? ¿existen otras carreras que disfrutaría y que además tenga las aptitudes para realizar?", plantea.
En ese sentido, Labbé enfatiza en la importancia de que la decisión de qué estudiar "sea coherente con un conocimiento de uno mismo, de las propias fuerzas y debilidades".