Primera victoria de Brasil en el torneo, en su tercera fecha, que le permite seguir aspirando al hexagonal final. La verde amarela se sitúa en la tercera posición de la tabla del grupo B, con 4 puntos, pero lejos aún de ser el equipo temible y principal favorito que se presumía.

Emerson Avila revolucionó el equipo. Dejó en banca a Fred o Mattheus, el hijo de Bebeto, y apostó por primera vez en el torneo por dar la iniciativa a Rafinha. Sus modificaciones no tuvieron resultados visibles en el juego. Brasil volvió a ser un equipo predecible, demasiado largo, sin toque y recurriendo demasiado al balón largo y a las individualidades.

Venezuela trataba de morder y merecía el premio. Sin embargo Brasil se encontró con un regalo de la vinotinto justo cuando se cumplía el tiempo en el primera mitad del encuentro. Sifontes agarró claramente a Lucas Cándido en área venezolana. El inocente derribo fue suficiente para que el árbitro cobrará penal a favor de la canarinha, Felipe Anderson se encargó de convertir desde los 12 pasos, con un tiro potente y centrado en el minuto 45.

En el segundo tiempo tampoco dio señales de vida Brasil. Ni siquiera cuando Venezuela tuvo que comenzar a adelantar líneas y buscar la igualada. Pero Brasil no necesita mucho para ganar, y tuvo el segundo en los pies de Doria. Su tanto fue anulado por inexistente posición adelantada.

Cuando restaban 10 minutos para el pitazo final, la canarinha dio por válido el resultado y se dedicó a hacer tiempo en saques de banda y fondo. Venezuela tampoco fue merecedor de un mejor resultado, y apenas inquietó la meta de Luiz Gustavo en el segundo tiempo.

Brasil está vivo. Sin fútbol, logró la victoria en un partido a vida o muerte para su futuro.