Era una final inesperada en los papeles pero totalmente justa en cuanto a la calidad. Marin Cilic y Kei Nishikori llegaban al encuentro más importante de sus carreras tras haber batido a los dos máximos candidatos al título: Roger Federer y Novak Djokovic, respectivamente.
Un repleto Artur Ashe sería testigo de la consagración de uno de estos dos jugadores, bautizados como partes de la "nueva era" del tenis masculino. Y la victoria fue para el europeo. Dueño de un saque descomunal, ayudado por su 1.98 m, y un solidísimo juego de fondo de cancha, Cilic repitió la brillante faena que lo hizo derribar al suizo y barrió en sets corrido a Nishikori, quien acusó el cansancio de las "batallas" ante Raonic, Wawrinka y el serbio.
Fue 6-3, 6-3 y 6-3 el resultado que brindó al balcánico, dirigido por Goran Ivanisevic, su revancha en el US Open al no haber participado durante la edición anterior producto de una sanción por dopaje.
El nipón, si bien intentó reaccionar, no encontró la forma de domar a un imparable Cilic que se anota con una nueva corona para su país tras Wimbledon 2001, titulo que precisamente se lo llevó su entrenador.